El saliente presidente de La Moneda, Sebastián Piñera, en su período de gobierno ha expresado: “Chile no tiene temas pendientes con Bolivia”. Los bolivianos decimos que sí existen temas pendientes que el país vecino incumple y debe resolver, como el caso marítimo, la revisión del Tratado de 1904, el aprovechamiento de las aguas del Silala y la desviación del río Lauca. Los chilenos no sólo están ocupando nuestro rico territorio de 120.000 Km2 de superficie, área equivalente a la República de Cuba, y 400 Km de costa sobre el Pacífico, sino que están lucrando con lo ajeno. Nos arrebataron también las salitreras, el guano, yodo, yacimientos de cobre y otros valiosos minerales.
Chile adeuda a Bolivia por las 200 millas de mar territorial existente frente a los cinco grados geográficos del ex Litoral boliviano (recuérdese que durante las negociaciones emergentes del Acuerdo de Charaña, Chile pidió a Bolivia compensarle por las 200 millas del mar territorial que se encuentra frente al corredor); por más de cien años de uso indebido de las aguas del Silala, que sirven a las poblaciones hoy chilenas de Calama, Chuquicamata y Antofagasta; por los más de 50 años del desvío del río Lauca sin el consentimiento de Bolivia, cuyas aguas fertilizan, desde el 14 de abril de 1962, al desolado valle de Azapa en Arica, sobre la costa del Pacífico (ese río nace en Chile y recorre una extensión de 10 Km por territorio chileno antes de internarse en Bolivia); por la construcción y transferencia a Perú en 1929 de los canales para desvíos de los ríos Mauri y Uchusuma sin el consentimiento de Bolivia.
Desde 1939 se hizo muchas reclamaciones cuando se conoció informes sobre estos desvíos. La respuesta chilena fue: “Chile puede llevar las aguas del Lauca en virtud del derecho exclusivo que tiene sobre ellas; para esto, Chile no está obligado a obtener el asentimiento boliviano, porque el Lauca constituye un bien nacional de uso público”. El entonces presidente Jorge Alessandri Rodríguez ordenó abrir las compuertas de Chapiquiñas para desviar el curso del río. Chile impuso su voluntad en perjuicio de los intereses y derechos de Bolivia con intimidaciones.
La integridad territorial de Bolivia fue una vez más agredida por la ambición chilena. Con lógica reacción, el pueblo boliviano levantó su voz de protesta. El Gobierno por su parte interrumpió relaciones diplomáticas desde 1978 con Chile y presentó una demanda ante la OEA. El reclamo mereció respaldo de las naciones, pero nada concreto se logró.
No será fácil negociar con Michelle Bachelet, otra vez mandataria de Chile, que se caracteriza por su negativa a atender la demanda marítima boliviana. Cuando el presidente Morales propuso gas por salida al mar, como una solución al conflicto, Piñera rechazó tal propuesta y dijo: “La soberanía no se negocia por intereses económicos”. El mandatario chileno debía visitar Bolivia en 2010, pero no lo hizo porque ya en ese año se congelaron las charlas bilaterales.
El Tratado de 1904 fenecía el 6 de diciembre de 2013 como plazo constitucional. Chile podía haber utilizado el tratado suscrito como argumento para convalidar la usurpación de 1879. Habrá que reclamarle para el estricto cumplimiento de este tratado y su reforma de 1907.
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