Con flores y cohetillos se challaron ayer los negocios de distintas calles comerciales de la Sede de Gobierno, lo que obligó al cierre de varias vías para dar paso a las fiestas, en las que la tradición ch’alla aún se encuentra arraigada tanto en la ciudad como el área rural, señaló una de las vendedoras de banderines y serpentinas, Martha Coaquira.
Lugares comerciales, como la Tumusla, Uyustus, Isaac Tamayo, Illampu, Rodriguez, Graneros y Garcilaso de la Vega cerraron sus calles para proceder a la ch’alla de sus puestos de trabajo, donde los cohetillos, la comida y la cerveza no podían faltar. Muchos comerciantes agrupados por sectores contrataron amplificaciones y hasta algunos grupos en vivo, para realizar fiestas en plena vía pública, donde lamentablemente primó el exceso en el consumo de alcohol.
Al igual que ayer, hoy es el turno de los domicilios, terrenos y vehículos, que serán adornados con globos y serpentinas, actividad que si bien cuenta con música y buena comida es reservada para compartirla en familia.
Una de las calles más concurridas en estos días para comprar los elementos de la ch’alla es la Illampu, donde con Bs 35, uno puede encontrar desde confites, para darle dulce a este ritual, cohetillos para ahuyentar a las malas energías, cereales pintados de color dorado y plateado en símbolo de riqueza.
Para los que aún mantienen la tradición de la ofrenda a la pachamama, se tiene mesas con illas de dólares, euros y autos último modelo, que tienen un costo desde 20 hasta 80 bolivianos, donde no puede faltar alcohol y vino para calmar la sed de la tierra.
Este ritual que ha pasado de forma oral de padres a hijos, y de la misma forma, con los primeros migrantes, ha llegado del campo a las ciudades, con el pasar de los años, se ha ido urbanizando sin dejar su esencia.
Según Coaquira, en ambos casos existen diferencias que se dan por el tipo de la vida que se lleva en las ciudades, siendo que al no llevar una base económica en la agricultura, se ha dejado atrás la ritualidad y el ciclo que esta nos marca.
En la cuidad los elementos de la ch’alla han cambiado, siendo que ya no se utilizan productos naturales, sino sintéticos que se han convertido en serpentinas, globos, banderines, frutas y flores de plástico, donde ya no se escucha la música, que en las comunidades es siempre parte de lo social y ritual, dejando de lado las tarkas, pinquillos y mohoceños.
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