Toño Fraguas
Ojalá nunca se cumpla lo que pidió el domingo Luciano Alonso, consejero andaluz de Cultura, con motivo del 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado: “Como andaluz y como consejero de Educación, Cultura y Deporte de Andalucía me gustaría que volvieran sus restos a Sevilla, a la ciudad que lo vio nacer en aquel patio del autorretrato, con el huerto claro y el limonero de la casa de Alba”. Seguro que estas palabras están cargadas de buena voluntad, pero es preferible que el poeta se quede en Colliure, enterrado en el exilio. ¿Para qué traerlo a España?
Le harán un parque temático y, tal y como funciona la amnesia colectiva, dentro de 50 años nadie sabrá que Machado tuvo que morir en Francia, en plena huida. Es mejor que las generaciones futuras sepan cómo trata España
a esos genios cuya principal virtud es el sentido común. Es fundamental que en el porvenir se compare el destino de esos poetas, filósofos y escritores con el boato funerario de los dictadores. Dejen a Franco en el Valle de los Caídos y a Machado en Colliure: no eliminen pruebas de la prepotencia de los totalitarismos, o se reproducirán con más facilidad.
Por la misma razón, es mejor que nunca sean hallados los restos del granadino Federico García Lorca (1898-1936), que nunca se sepa su paradero seguro. Así estará en todas partes, en el aire que respiramos, entre nosotros. Que la gente aprenda que fue fusilado y tirado a una zanja. Que continúe el misterio sobre el destino de sus restos garantiza que perviva, generación tras generación, la curiosidad sobre las circunstancias de su muerte. Así dentro de décadas alguien todavía se preguntará cómo murió Lorca.
No son los únicos andaluces cuyo destino final debe seguir mostrando en el futuro de qué pasta están hechos los totalitarismos. Es preferible, también, que el sevillano Manuel Chaves Nogales (1897-1944) siga enterrado en el cementerio de Richmond, en Londres, y que quien se desplace hasta allí descubra a este periodista semiolvidado, imprescindible para entender la Guerra Civil, al que quisieron fusilar ambos bandos.
Es mejor, igualmente, que los restos del también sevillano José María Blanco White (1775-1841) queden para siempre en los jardines Roscoe, de Liverpool, y que quien allí vaya a visitarlo descubra a uno de los grandes anticlericales, un sacerdote -amigo de John Stuart Mill- que se convirtió en el azote de la jerarquía católica y de los reaccionarios españoles, un filósofo, periodista y poeta, que según Coleridge, escribió el “mejor soneto en lengua inglesa”: To Night.
En la palabra ‘monumento’ está contenido el término ‘memoria’, pero a la larga las estatuas, placas, bustos y peanas sirven más para dar carpetazo y pasar página que para conservar viva la memoria colectiva. Al cabo de las décadas las estatuas acaban siendo pasto de las palomas, los balonazos y los grafitis. Así que, precisamente porque no se puede pasar página de lo que ocurrió con Machado, Lorca, Chaves Nogales o Blanco White -por nombrar sólo a unos pocos- por favor: déjenlos descansar en paz. (LA MAREA).
ARGENPRESS.info
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |