Como continuación del tema de las reuniones o “cumbres”, abordado en esta misma página, sobre distintas temáticas nacionales que viene convocando el actual Gobierno desde hace varios años, suman también las de carácter político bajo el mismo auspicio. Las cumbres referidas a temáticas internas o nacionales por invitación oficial, se componen por distintos movimientos sociales, diputados oficialistas y sus propios militantes.
Las otras cumbres de tinte internacional efectuadas en la localidad de Tiquipaya, Cochabamba, con grupos políticos del exterior afines al pensamiento oficial, significaron seguramente una fuerte erogación del Erario Nacional por la concurrencia de cientos de participantes. El silencio de las autoridades a este respecto da cabida a esta suposición y no es tarde para que la opinión pública sea informada debidamente sobre el costo de las mismas. Sus conclusiones, por otra parte, pueden sonar agradables a los oídos oficiales, pero no tuvieron ni resonancia ni importancia dignas de mención. Asimismo fueron mencionados en toda su variedad estos eventos.
Aunque anunciada con mucha publicidad una “Cumbre de Salud”, no llegó a materializarse y fue varias veces postergada ante una clara posición del Organismo Médico Nacional, que hizo ver que la envergadura de la materia y el conjunto de problemas profundos que la rodean en el país, no podían ser abordados circunstancialmente. Además, precisamente, había terminado un conflicto por medidas que este gremio consideraba afectarían a sus miembros, y la “cumbre” abundaría en pronunciamientos de los movimientos sociales sin hacer otra cosa que agravar más la situación.
Temas de importancia crucial para el país, como Salud y Justicia -éste último anunciado oficialmente ante la “crisis terminal” del Órgano Judicial, que viene conmoviendo desde hace algunos días- deben ser objeto de análisis concienzudos a cargo de organismos especializados y también de personas entendidas, a fin de lograr derroteros ciertos para enfrentar en toda su realidad la problemática, estudios que deben derivar en políticas públicas. Pretender que eventos improvisados aporten positivamente es caer en utopías de tipo político.
Alguien adelantó con buen criterio, que los temas mencionados deben emanar de programas serios y meditados de gobierno y no ser encarados al calor de asambleas más o menos numerosas. La frecuencia de estas cumbres denota la ausencia de un programa oficial. Es necesario que las políticas públicas sean parte de una planificación central que no omita las especificidades regionales y en consulta con los sectores operativos. En Salud y Justicia, por ejemplo, con los colegios médicos y de abogados, con las facultades universitarias respectivas, etc. Cualquier plan tropezará con obstáculos insalvables si no lo acompaña un suficiente y adecuado presupuesto fiscal.
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