Con estupor e indignación nuevamente presenciamos en el festival musical de Viña del Mar otro inescrupuloso engaño por parte de los organizadores de ese evento, que en contubernio con los chilenos del jurado, determinaron groseramente conferir el premio folclórico a su coterránea, en lugar de los artistas bolivianos Chi’la Jatun, cuya calidad y merecimientos estaban muy por encima de la beneficiada.
La vergonzosa y hasta dolosa premiación tuvo como cómplice a la española Paloma San Basilio, que por su avanzada edad seguramente ya no tiene la capacidad para discernir lo que realmente significa música folclórica de primer nivel, que mostraron los bolivianos, haciendo ver y sentir al mundo entero que la cultura de nuestro país es incomparable y no admite tener que competir en un festival donde en forma reiterada se manipula y digita las participaciones de nuestros artistas.
Sin rubor alguno, en forma desvergonzada, en Viña del Mar después de anunciarse un empate se decidió dar facultades a Paloma San Basilio para que unilateralmente decida quién ganaba el concurso y, por supuesto, esta señora estaba obligada a retribuir los premios que le obsequiaron minutos antes, consumándose de esta manera una inmoral actitud en un festival que se devalúa cada año.
Algo que debe llamarnos la atención es que cuando concluyeron su segunda presentación los Chi’la Jatun, supuestamente se cortó el anuncio de la calificación que efectuaron los jurados, aspecto que jamás había ocurrido anteriormente.
Debemos también recordar que anteriormente en este festival también se le negó oscuramente el primer premio a nuestra compatriota Rocío Moreira y el pasado año, al grupo María Juana, pese a su excelente actuación, lo relegaron en forma inadmisible.
Todos los bolivianos estamos conscientes de que la animadversión chilena contra nuestros artistas inclusive llegó al ámbito de la cultura y seguramente por ello, aprovechando la actuación de un cantante de rap, presentaron una parodia intolerable de todas nuestras danzas, burlándose no sólo del baile profundo que tenemos, sino de nuestros ancestros, lo que debe originar de inmediato la intervención del Ministerio de Culturas para efectuar la queja oficial ante semejante mediocridad de los aparentes coreógrafos chilenos.
Creemos que en definitiva nunca más una representación boliviana debería participar de este malsano festival, donde no se respeta el talento y la majestuosidad de nuestra música folclórica, teniendo la seguridad de que los premios siempre serán dispuestos en forma grosera, al igual que los cómicos que presentan.
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