[Alberto Zuazo]

Punto aparte

La unidad en la diversidad


Uno de los logros de la democracia es que propugna la pluralidad, o sea el derecho legítimo de disentir con otras corrientes de opinión. El otro postulado que estimula es procurar la unidad, en aras del mejor servicio público.

Esta es la diferencia central con quienes se aíslan y prefieren realizar sus emprendimientos políticos de forma individual, para imponer su supremacía sobre todos los demás. Bien puede ser un síntoma de que, cuando alcanzan el poder, tienden a ser autocráticos.

Por lo general, cuando ocurren fenómenos de esa naturaleza, a la corta o a la larga, están condenados al fracaso, eso al menos enseña la historia de todos los tiempos. En el aún cercano Siglo XX, se tuvo dos opciones ideológicamente contrapuestas. Los del nazismo y del comunismo, inicialmente identificado como socialista.

La diversidad en la democracia es plausible, pero cuando la supervivencia de ésta se halla en riesgo, corresponde constituir un solo frente para que no sea avasallada. Y si esto ha ocurrido ya, entonces, cabe accionar en lo que está más allá del interés ideológico y político que se tenga.

La frase es manida, porque precisamente es muy sabia. La unión hace la fuerza. Para ello, hay dos caminos: replegar los idearios parciales y consensuarlos con otros, sin perder cada quien su identidad. En el presente, esta aparece como la demanda acuciante del país democrático, para concurrir a las elecciones generales de este año.

En la última encuesta que hizo una empresa especializada, a lo largo y ancho del país, según afirmó, siete candidaturas -algunas sólo como expresiones de siglas-, se hallan dispuestas a salir al ruedo. La cantidad, al menos en esta ocasión, confunde y puede facilitar la victoria del que aparece con mayor arraigo popular.

Dada esta circunstancia, no sería atinado seguir haciendo prevalecer las banderas propias, cuando muy bien puede irse por el camino siguiente, que es el de la complementariedad. Sobre este sustento es que habría que integrar un solo cuerpo.

En cualquier parte del mundo, lo que es válido en una elección es el programa de gestión que se propugne. Cuando se trata de una alianza política, tiene que estar sustentada por las propuestas y visiones individuales. Ninguna de éstas puede pretender el hegemonismo a costa del resto. Los carismas de unos y otros líderes, hay que convenir en que pasan a ser figurativos, puesto que en caso alguno son garantía de idoneidad para el conjunto.

Al elaborarse unitariamente un programa electoral y de gobierno, se puede estar a un pie de la victoria. En cambio, de prevalecer la dispersión, el que aprovechará es el que dispone de más poder circunstancial, sin que ello, en la realidad, asegure una mejor conducción del país.

En uno y otro caso, los ejemplos recientes son plenamente ilustrativos. En Argentina, Cristina Kirchner fue elegida fácilmente, porque sus opositores estuvieron divididos en siete candidaturas.

A la inversa, en Venezuela la oposición se unificó con Henrique Capriles a la cabeza, y ganó legítimamente la elección. Empero, el organismo que condujo la elección está subordinado al chavismo. Demostró que es así, porque, cuando se propuso una auditoría de voto por voto, resultó que éstos ¡habían sido quemados! Maduro, por tanto, es un usurpador del gobierno venezolano.

En Ecuador, aunque la consulta cívica fue local y no nacional, los candidatos del presidente Correa perdieron nada menos que en dos de las principales ciudades del país, en Quito, la capital, y en Guayaquil; aparte de otras menores.

De persistirse en la dispersión opositora, querría decirse que, de forma encubierta se erige en la quinta columna, o sea que es funcional al gobierno. Aparte, debe tenerse en cuenta el fracaso que resultó ser la nominada Convergencia Nacional, sea porque se forzó su existencia o porque sus integrantes eran potenciales tránsfugas.

Con esta experiencia, desde ahora deberá armarse un sólido formato de gobernabilidad. De momento, emergieron ya dos buenos indicios de unidad. La conformación del Frente Amplio, aunque le falta todavía fortalecerse más. Y las coincidencias que dicen tener Rubén Costas y Juan del Granado.

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