¡Basta de incompetentes en salud!

Después de nueve años y su último informe de gestión no queda duda de que el Presidente recién se percató de que fue engañado en cuanto al área de salud; cada ministro le contó una fábula diferente, induciéndole a cometer e informar errores y convenciéndolo de que todo iba maravillosamente. En una dolorosa confesión de nueve años de fracaso señaló: “…debo informar al pueblo de Bolivia que una de las debilidades que tiene el Estado sigue siendo el tema salud”. Las llamadas de atención y recomendaciones al Ministro de Salud sirvieron sólo para sacarle una sonrisita nerviosa en vez de su renuncia inmediata.

Entre muchos absurdos, le permitieron creer que “hay que descolonizar a los médicos”, porque en alguna oportunidad lo trataron mal a él como a otros; maltratos que sin tener que ver con colonialismo se originan en el propio modelo sanitario y el deterioro de valores en todos los ámbitos de nuestro Estado.

El programa “Mi Salud”, presentado para mostrar desesperadamente resultados, constituye un errático y discriminatorio desatino en el camino de construcción de un verdadero Sistema Universal de Salud. No es cierto que con ese programa se esté plasmando la política Safci; es más bien un costoso plan con personal contratado sin concurso para llevar a manera de dádiva una medicina elemental, sin el enfoque familiar ni comunitario, y menos de promoción de salud y prevención de enfermedades. Esto se puede afirmar porque ni siquiera se está construyendo un registro informatizado con el contenido de libretas familiares a ser llenadas en las visitas a domicilio, que es el primer paso imprescindible. Hubiera sido más beneficioso volcar todo el esfuerzo de 1.200 nuevos ítems, 219.145 atenciones en domicilio y 135.000 en consultorio al diagnóstico de la situación de salud de todas las familias; eso sí sería actuar en la perspectiva del Seguro Universal y de la implementación de la Safci.

Al Presidente le han hecho repetir cifras de grandes mejoras en salud; sabiendo que con más de la mitad de la población sub registrada y con los únicos datos aceptables de la seguridad social que no ingresan al sistema estadístico de salud los resultados no son confiables; lo que no quiere decir que pudieron haber mejorado algunos indicadores en los últimos años. Los sucesivos ministros, por incapaces, irresponsables o complacientes le han permitido creer y afirmar muchas falacias; por ejemplo, que la precaria situación de salud en Bolivia se resolvería construyendo al por mayor hospitales de tercer nivel, sabiendo que a ellos llegan con altísimo costo sólo el 10 a 15 % de los problemas de salud, y que el resto se resuelve en los centros de segundo y primer nivel de atención; en una red de servicios de un sistema de salud bien estructurado que planifica y define con criterios técnicos, y no por el arrebato o entusiasmo del primer mandatario, el número y lugar de hospitales que se necesita.

Ante la falta de éxitos significativos, se vio obligado a referirse una vez más a las miles de atenciones médicas y cirugías oftalmológicas de la operación milagro realizadas por brigadas cubanas; pero esta vez exteriorizó su frustración porque hasta ahora no se transfiere la tecnología, los servicios oftalmológicos y hospitales de segundo nivel a médicos bolivianos.

La gestión 2013 se fue con la expectativa de una Cumbre que, cándidamente, se creía que resolvería todos los problemas. A esta altura, habiéndose iniciado un año electoral, una cumbre sería un escenario de debate riesgoso para el gobierno; por eso, escogieron el camino de ejecutar sin planificación integral programas de algún impacto inmediato para el electorado; ofreciendo hospitales de tercer nivel, regalando equipamiento hospitalario y contratando sin concurso profesionales de la salud. Mientras tanto, los líderes del Colegio Médico y de los otros gremios, que de cuando en cuando lanzan algún alarido pidiendo que se realice la Cumbre que antes querían sabotearla, no hacen nada efectivo por sus mandantes subempleados, mal remunerados y discriminados.

Por su parte, la dirigencia de la COB ya abandonó el entusiasmo por la Cumbre al firmar un convenio con el Gobierno por cuotas de poder en la Asamblea Legislativa, que ahora se están disputando los dirigentes. En consecuencia, el escenario actual reduce las posibilidades de que la Cumbre de la Salud llegue a concretarse.

No hay duda de que el presidente Evo está muy insatisfecho con lo realizado en el área de salud pero, sorprendentemente, no toma las medidas atinadas para rectificar los desaciertos. Sigue nombrando ministros de salud incompetentes, serviles y obsecuentes, que se vienen con equipos profesionales improvisados, de bajo nivel técnico e ineptos para las necesidades del país; que continúan ejecutando acciones dispersas y erráticas como el programa “Mi Salud” y otros; que contratan personal sólo por favor político; que no conciertan sinceramente con todos los involucrados y, finalmente, que no le dan a la salud la atención preferencial que requiere.

Es hora de pedirle al Presidente que se atreva a designar un Ministro de Salud por sus méritos y capacidad, concertador, que no necesite de cumbres para hacer su trabajo, con la lealtad auténtica para no mentirle ni adularle, con solvencia suficiente para decirle que está equivocado; que un verdadero sistema de salud es posible con potentes equipos de profesionales seleccionados sin prejuicios entre los mejores, capacitándolos permanentemente, asegurándoles estabilidad, seguridad y buenos salarios, sean o no del MAS; sólo exigiéndoles compromiso con el país, antes que con sus jefes o el partido.

El autor es ex Decano de Medicina, Miembro de la Cumbre de Salud.