Plástica
Primera parte
El Surrealismo (en francés: surréalisme; sur (sobre, por encima) más réalisme (realismo) o superrealismo es un movimiento artístico y literario surgido en Francia a partir del dadaísmo, en el primer cuarto del siglo XX en torno a la personalidad del poeta André Breton. Buscaba descubrir una verdad, con escrituras automáticas, sin correcciones racionales, utilizando imágenes para expresar sus emociones, pero que nunca seguían un razonamiento lógico.
ORIGEN DEL TÉRMINO
Los términos surrealismo y surrealista proceden de Apollinaire, quien los acuñó en 1917. En el programa de mano que escribió para el musical Parade (mayo de 1917) afirma que sus autores han conseguido una alianza entre la pintura y la danza, entre las artes plásticas y las miméticas, que es el heraldo de un arte más amplio aún por venir. (...) Esta nueva alianza (...) ha dado lugar, en Parade a una especie de surrealismo, que considero el punto de partida para toda una serie de manifestaciones del Espíritu Nuevo que se está haciendo sentir hoy y que sin duda atraerá a nuestras mejores mentes.
Podemos esperar que provoque cambios profundos en nuestras artes y costumbres a través de la alegría universal, pues es sencillamente natural, después de todo, que éstas lleven el mismo paso que el progreso científico e industrial.
La palabra surrealista aparece en el subtítulo de Las tetas de Tiresias (drama surrealista), en junio de 1917, para referirse a la reproducción creativa de un objeto, que lo transforma y enriquece. Como escribe Apollinaire en el prefacio al drama.
Cuando el hombre quiso imitar la ac-ción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo... Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna.
PRECEDENTES
La meta surrealista y sus medios se remontan siglos antes al nacimiento del movimiento. Basta citar a Hieronymus Bosch “el Bosco”, considerado el primer artista surrealista, que en los siglos XV y XVI creo obras como “El jardín de las delicias” o “El carro del heno”. Pero fue en el siglo XX cuando surgiría el nacimiento de una vanguardia filosófica y artística que retomaría estos elementos y los desarrollaría como nunca antes se había hecho.
PRIMEROS PASOS
La primera fecha histórica del movimiento es 1916, año en que André Bre-ton, precursor, líder y gran pensador del movimiento, descubre las teorías de Sigmund Freud y Alfred Jarry, además de conocer a Jacques Vache y a Guillaume Apollinaire. Durante los siguientes años se da un confuso encuentro con el dadaísmo, movimiento artístico precedido por Tristan Tzara, en el cual se decantan las ideas de ambos movimientos. Estos, uno inclinado hacia la destrucción nihilista (dadá) y el otro a la construcción romántica (surrealismo) se sirvieron como catalizadores entre ellos durante su desarrollo.
En el año 1924 Breton escribe el primer Manifiesto Surrealista y en este incluye lo siguiente:
Indica muy mala fe discutirnos el derecho a emplear la palabra surrealismo, en el sentido particular que nosotros le damos, ya que nadie puede dudar de que esta palabra no tuvo fortuna, antes de que nosotros nos sirviéramos de ella. Voy a definirla de una vez para siempre:
Surrealismo: “sustantivo, masculino. Automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora de la razón, ajeno a toda preocupación estética o moral.”
Filosofía: “El surrealismo se basa en la creencia de una realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo, y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos, y a sustituirlos por la resolución de los principales problemas de la vida.
Han hecho profesión de fe de Surrealismo Absoluto, los siguientes señores: Aragon, Baron, Boiffard, Breton, Carrive, Crevel, Delteil, Desnos, Eluard, Gerard, Limbour, Malkine, Morise, Naville, Noll, Peret, Picon, Soupault, Vitrac.”
Tal fue la definición del término dada por los propios Breton y Soupault en el primer Manifiesto Surrealista fechado en 1924. Surgió por tanto como un movi-miento poético, en el que pintura y escul-tura se conciben como consecuencias plásticas de la poesía.
En el surrealismo y la pintura, de 1928, Breton expone la psicología surrealista: el inconsciente es la región del intelecto donde el ser humano no objetiva la reali-dad sino que forma un todo con ella. El arte, en esa esfera, no es representación sino comunicación vital directa del indivi-duo con el todo. Esa conexión se expresa de forma privilegiada en las casualidades significativas (azar objetivo), en las que el deseo del individuo y el devenir ajeno a él convergen imprevisiblemente, y en el sue-ño, donde los elementos más dispares se revelan unidos por relaciones secretas. El surrealismo propone trasladar esas imáge-nes al mundo del arte por medio de una asociación mental libre, sin la intromisión censora de la conciencia. De ahí que elija como método el automatismo, recogiendo en buena medida el testigo de las prácticas mediúmnicas espiritistas, aunque cam-biando radicalmente su interpretación: lo que habla a través del médium no son los espíritus, sino el inconsciente.
Durante unas sesiones febriles de auto-matismo, Breton y Soupault escriben Los Campos Magnéticos, primera muestra de las posibilidades de la escritura automáti-ca, que publican en 1921. Más adelante Breton publica Pez soluble. Dice así el final del séptimo cuento:
“Heme aquí, en los corredores del pala-cio en que todos están dormidos. ¿Acaso el verde de la tristeza y de la herrumbe no es la canción de las sirenas?”
EL SURREALISMO AL SERVICIO DE LA REVOLUCIÓN
A partir de 1925, a raíz del estallido de la guerra de Marruecos, el surrealis-mo se politiza; se produ-cen entonces los primeros contactos con los comu-nistas, que culminarían ese mismo año con la ad-hesión al Partido Comunis-ta por parte de Breton.
Entre 1925 y 1930 apa-rece un nuevo periódico titulado El Surrealismo al servicio de la Revolución en cuyo primer número Louis Aragón, Buñuel, Da-lí, Paul Éluard, Max Ernst, Yves Tanguy y Tristan Tza-ra, entre otros, se declaran partidarios de Breton. Por su parte Jean Arp y Miró, aunque no compartían la deci-sión política tomada por Breton, continua-ban participando con interés en las exposi-ciones surrealistas. Poco después se in- incorporaron Magritte (1930), Masson (1931), Giacometti y Brauner en 1933 y también Matta (que conoce a Breton en 1937 por mediación de Dalí) y Lam; el mo-vimiento se hizo internacional apareciendo grupos surrealistas en los Estados Unidos, Dinamarca, Londres, Checoslovaquia y Ja-pón. Desde este momento, se abrirá una disputa, a menudo agria, entre aquellos surrealistas que conciben el surrealismo como un movimiento puramente artístico, rechazando la supeditación al comunis-mo, y los que acompañan a Breton en su giro a la izquierda.
En 1929 Breton publica el Segundo Ma-nifiesto Surrealista, en el que condena en-tre otros intelectuales a los artistas Masson y Francis Picabia. En 1936 expulsa a Sal-vador Dalí por sus tendencias fascistas y a Paul Eluard. En 1938 Breton firma en Mé-xico junto con León Trotski y Diego Rivera el Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente. Continuará.
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El surrealismo tomó del dadaísmo algunas técnicas de fotografía y cinema-tografía así como la fabricación de obje-tos. Extendieron el principio del collage (el “objeto encontrado”) al ensamblaje de objetos incongruentes, como en los poe-mas visibles de Max Ernst. Este último inventó el frottage (dibujos compuestos por el roce de superficies rugosas contra el papel o el lienzo) y lo aplicó en grandes obras como Historia Natural, pintada en París en 1926.
Otra de las nuevas actividades creadas por el surrealismo fue la llamada cadáver exquisito, en la cual varios artistas dibu-jaban las distintas partes de una figura o de un texto sin ver lo que el anterior ha-bía hecho pasándose el papel doblado. Las criaturas resultantes pudieron servir de inspiración a Miró.
En el terreno literario, el surrealismo supuso una gran revolución en el len-guaje y la aportación de nuevas técnicas de composición. Como no asumía tradi-ción cultural alguna, ni desde el punto de vista temático ni formal, prescindió de la métrica y adoptó el tipo de expresión poé-tica denominado como versículo: un verso de extensión indefinida sin rima que se sostiene únicamente por la cohesión inter-na de su ritmo. Igualmente, como no se asumía la temática consagrada, se fue a buscar en las fuentes de la represión psi-cológica (sueños, sexualidad) y social, con lo que la lírica se rehumanizó después de que los ismos intelectualizados de las Van-guardias la deshumanizaran, a excepción del Expresionismo. Para ello utilizaron los recursos de la transcripción de sueños, la escritura automática y engendraron proce-dimientos metafóricos nuevos como la ima-gen visionaria. El lenguaje se renovó también desde el punto de vista del léxico dando cabida a campos semánticos nue-vos y la retórica se enriqueció con nuevos procedimientos expresivos.
La pintura surrealista
Masson adoptó enseguida las técnicas del automatismo, hacia 1923-1924, poco después de conocer a Breton. Hacia 1929 las abandonó para volver a un estilo cu-bista. Por su parte Dalí utilizaba más la fija-ción de imágenes tomadas de los sueños, según Breton, “...abusando de ellas y po-niendo en peligro la credibilidad del surrealismo...”; inventó lo que él mismo llamó método paranoico-crítico, una mez-cla entre la técnica de observación de Leonardo da Vinci por medio de la cual observando una pared se podía ver como surgían formas y técnicas de frottage; fruto de esta técnica son las obras en las que se ven dos imágenes en una sola configura-ción. Óscar Domínguez inventó la decalco-manía (aplicar gouache negro sobre un papel el cual se coloca encima de otra hoja sobre la que se ejerce una ligera presión, luego se despegan antes de que se se-quen). Además de las técnicas ya mencio-nadas de la decalcomanía y el frottage, los surrealistas desarrollaron otros procedi-mientos que incluyen igualmente el azar: el raspado, el fumage y la distribución de are-na sobre el lienzo encolado.
Miró fue para Breton el más surrealista de todos, por su automatismo psíquico pu-ro. Su surrealismo se desenvuelve entre las primeras obras donde explora sus sue-ños y fantasías infantiles (El Campo labra-do), las obras donde el automatismo es predominante (Nacimiento del mundo) y las obras en que desarrolla su lenguaje de signos y formas biomorfas (Personaje lanzando una piedra). Arp combina las técnicas de automatismo y las oníricas en la misma obra desarrollando una iconogra-fía de formas orgánicas que se ha dado en llamar escultura biomórfica, en la que se trata de representar lo orgánico como prin-cipio formativo de la realidad.
René Magritte dotó al surrealismo de una carga conceptual basada en el juego de imágenes ambiguas y su significado deno-tado a través de palabras poniendo en cuestión la relación entre un objeto pintado y el real. Paul Delvaux carga a sus obras de un espeso erotismo basado en su ca-rácter de extrañamiento en los espacios de Giorgio de Chirico.
El surrealismo penetró la actividad de muchos artistas europeos y americanos en distintas épocas. Pablo Picasso se alió con el movimiento surrealista en 1925; Breton declaraba este acercamiento de Picasso calificándolo de “...surrealista dentro del cubismo...”. Se consideran surrealistas las obras del período Dinard (1928-1930), en que Picasso combina lo monstruoso y lo sublime en la composición de figuras me-dio máquinas medio monstruos de aspecto gigantesco y a veces terrorífico. Esta mo-numentalidad surrealista de Picasso puede ponerse en paralelo con la de Henry Moore.
Otros movimientos pictóricos nacieron del surrealismo, o lo prefiguran, como por ejemplo el Art brut.
En las artes plásticas
Al principio el surrealismo es un movi-miento fundamentalmente literario, y hasta un poco más tarde no producirá grandes resultados en las artes plásticas. Surge un concepto fundamental, el automatismo, basado en una suerte de dictado mágico, procedente del inconsciente, gracias al cual surgían poemas, ensayos, etc., y que más tarde sería recogido por pintores y escultores.
La primera exposición surrealista se ce-lebró en la Galerie Pierre de París en 1925, y en ella, además de Jean Arp, Giorgio de Chirico y Max Ernst, participaron artistas como André Masson, Picasso, Man Ray, Pierre Roy, P. Klee y Joan Miró, que pos-teriormente se separarían del movimiento o se mantendrían unidos a él adoptando únicamente algunos de sus principios. A ellos se adhirieron Yves Tanguy, René Ma-gritte, Salvador Dalí y Alberto Giacometti.
La rebelión del surrealismo contra la tra-dición cultural burguesa y el orden moral establecido tuvo su cariz político, y un sector del surrealismo, que no consideraba suficientes los tumultos de sus manifesta-ciones culturales, se afilió al Partido Comu-nista Francés. Sin embargo, nacieron vio-lentas discrepancias en el seno del grupo a propósito del debate sobre la relación entre arte y política; se sucedieron manifiestos contradictorios y el movimiento tendió a disgregarse. Es significativo, a este res-pecto, que la revista “La révolution su-rréaliste” pase a llamarse, desde 1930, “Le surréalisme au service de la révolution”. En los años 1930, el movimiento se extendió más allá de las fronteras francesas. Se celebró en 1938 en París la Exposición Surrealista Internacional.
La segunda guerra mundial paralizó toda actividad en Europa. Ello motivó que Bre-ton, como muchos otros artistas, marchase a los EE. UU.. Allí surgió una asociación de pintores surrealistas alemanes y franceses que se reunió en torno a la revista VVV. Estos surrealistas emigrados a EE.UU. influyeron en el arte estadounidense, en particular en el desarrollo del expresionismo abstracto en los años 1940. Cuando Breton regresó a Europa en 1946 el movimiento estaba ya definitivamente deteriorado.
Entre los artistas plásticos se manifiesta una dualidad en la interpretación del surrealismo: los surrealistas abstractos, que se decantan por la aplicación del automatismo puro, como André Masson o Joan Miró, e inventan universos figurativos propios; y los surrealistas figurativos, interesados por la vía onírica, entre ellos René Magritte, Paul Delvaux, o Salvador Dalí, que se sirven de un realismo minucioso y de medios técnicos tradicionales, pero que se apartan de la pintura tradicional por la inusitada asociación de objetos y las monstruosas deformaciones, así como por la atmósfera onírica y delirante que se desprende de sus obras. Max Ernst es uno de los pocos surrealistas que se mueve entre las dos vías. La obra de Ernst ha influido particularmente en un epígono tardío del surrealismo en Alemania que es Stefan von Reiswitz.
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