A pesar de ser una de las películas más esperadas de la primavera de 2014, la nueva producción de Darren Aronofsky no está exenta de polémica.
A los problemas entre el director y el estudio por definir el montaje final (que ganó el cineasta) y a las críticas de varios sectores religiosos, ahora se suma la prohibición de algunos países de Medio Oriente.
Los censores han tenido la última palabra y países como Qatar, Bahréin y los Emiratos Árabes no permitirán el ingreso de la cinta a las salas de cine comerciales. Así se lo han hecho saber las diferentes organizaciones por contradecir las leyes islámicas al tratarse de una película protagonizada por un profeta.
Según informa The Hollywood Reporter, se espera que otras regiones como Egipto, Jordania y Kuwait, tomen la misma medida. Incluso se dice que los ejecutivos de Paramount esperaban esta reacción desde un principio y aún más después de que el pasado jueves 6 de marzo, la institución musulmana Al-Azhar en Egipto publicara un comunicado en donde pedía al gobierno que rechazara la cinta “por contradecir la fe y los fundamentalismos de la ley islámica”. Así, conscientes de las posibles repercusiones de la cinta, los responsables de marketing modificaron recientemente su campaña promocional con la intención de asegurar que se trata de una versión creativa de la historia, en lugar de una adaptación literal de la Biblia.
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