Para comprender claramente el problema de las inundaciones que han castigado con particular severidad este año al departamento del Beni se debe recordar que esta región del país es parte de la gran cuenca de recursos hídricos de la cuenca amazónica. Esta es la gran riqueza acuífera de que dispone el país, es la más grande de todas.
Cubre el 65,7% del territorio nacional; los ríos que se forman fluyen hacia la gran cuenca del río Amazonas en el Brasil; en la parte que ha afectado al Beni la presente estación de lluvias, cuatro subcuencas: la del Beni, Mamoré, Iténez e Izozog han hecho su parte para ese tremendo desborde de aguas hacia las llanuras de Moxos. Las cuatro suman 613.110 Km2 de un total de 718.137 Km2. Este conjunto de subcuencas está conformado por 250 ríos que fluyen en la parte final en el río Madera, en la frontera noreste con el Brasil.
En un año con una precipitación que ha significado el doble de lo normal, se explica los tremendos caudales que han confluido primero hacia el Río Grande (1.123 Km de cauce), el cual se une con otro río muy caudaloso, el Mamoré (1.054 Km), que a su vez recoge las aguas de otros ríos importantes como son el Ichilo, el Chimoré, el Chapare, el Chipiriri, el Isiboro y el Sécure. Quien haya visitado el Chapare, y visto el caudal impresionante de esos ríos, podrá fácilmente apreciar el caudal de aguas que ha desbordado la mayoría de los cauces, ocasionando los daños que fueron vistos en las numerosas imágenes difundidas por la prensa, la TV y el Internet. En la actualidad vivimos un mundo virtual instantáneo.
A ello hay que añadir que la pérdida de bosques en los últimos 40 años significa alrededor de 15 millones de Has desde el Chaco, el piedemonte andino en el arco que va desde Yapacani hasta Rurrenabaque, lo cual ha reducido el efecto esponja que tenía esa masa forestal, en el periodo de lluvias. En la actualidad esos cursos de agua escurren a mayor velocidad y llevando materiales de arrastre que, con seguridad, van rellenando los “huecos” que antes separaban las lomas construidas en el pasado para tener áreas productivas en el Beni.
Esa pérdida de bosques ha permitido la ampliación de la frontera agrícola en Santa Cruz, el Chapare, y el norte de La Paz, y la redistribución de la población para absorber los excedentes del altiplano, región agrícola sumamente degradada que ya no puede sustentar el crecimiento de la población local, mientras no se modifiquen las técnicas inadecuadas de manejo del suelo y aguas, un beneficio con una contraparte negativa, como es el daño ambiental que vive el país.
Resulta evidente que confluyen tres grandes problemas que explican la inundación que han sufrido las pampas de Moxos, poniendo en riesgo la supervivencia de Trinidad, San Ignacio, San Ramón, San Joaquín, Guayaramerín, Riberalta y otras comunidades menores como Puerto Siles, Ivo, Alejandría, Exaltación y Las Peñas, las cuales podrían desaparecer en el futuro, si los fenómenos señalados se acentúan en los próximos 10 años.
Los tres problemas son: i) cambio climático, sobre el cual podemos hacer muy poco, es un problema mundial; ii) la pérdida de bosques, con todos sus agravantes; iii) aparente carencia de una visión de corto, mediano y largo plazo en nuestras instituciones, municipales, departamentales y nacionales. Un ejemplo, ni siquiera la asistencia humanitaria se la pudo coordinar adecuadamente, tratándose de un caso de vida o muerte.
Resulta evidente que a grandes males, grandes remedios. Algunos de ellos ya han sido señalados por algunos expertos nacionales. Además esto debería permitirnos reflexionar sobre la necesidad de aprovechar esa riqueza extraordinaria: los recursos hídricos con obras que han sido estudiadas y propuestas en los últimos 50 años. Nuestros vecinos: Brasil, Perú y Chile nos dan los ejemplos. Hasta el próximo artículo.
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