Responsables de las obras públicas

El desmoronamiento de un puente o pasarela en la ciudad de Oruro y que ocasionó la muerte de cinco personas y más de ochenta heridos, es una señal para que las autoridades del gobierno, las municipales y de gobernaciones tomen los recaudos necesarios para que las obras que realizan sus cuadros técnicos o aquellas que son encomendadas a empresas constructoras del sector privado, cuenten con las seguridades y garantías necesarias.

Lo ocurrido durante la entrada de Carnaval, bien se puede decir que se debió en buen porcentaje a la imprudencia del público que había copado todos los espacios habidos en la pasarela; ese público, pese a las prevenciones municipales, decidió, arbitrariamente, tener en la pasarela un palco particular para observar la entrada. En todo caso, habría que identificar a la mayoría de ellas e imponerles alguna sanción para que sirvan de experiencia, y dichos pasos sean utilizados con los fines pertinentes y en momentos en los que son necesarios para transitar de un extremo a otro de calles o avenidas donde estén instaladas.

Por principio, toda obra de infraestructura debe ser estudiada en todos los detalles referidos a resistencia de materiales, calidad de los mismos, debida mezcla de cemento y arena que rodee a la estructura de fierro y cuente con las garantías precisas. Aparte de ello, debe llevar fijados en lugares visibles anuncios sobre la cantidad y peso de las personas que puede soportar la estructura. Un sentido de previsión y prudencia obliga a tomar las precauciones necesarias con objeto de que no se repita este tipo de desgracias que ha causado dolor y luto a tantas familias.

Creer que sólo la Alcaldía y sus técnicos tienen la culpa de lo ocurrido, parece que es totalmente injusto; ahora, si se establece debidamente algún indicio de culpabilidad por descuido de las autoridades, se debería denunciarlo e instaurar los procesos correspondientes. De todos modos, así se demuestre la ninguna responsabilidad de los técnicos municipales, el mismo hecho debe servir de experiencia para que no se produzcan desgracias semejantes.

Para el caso de Oruro y sus espectáculos de Carnaval, se debe reglamentar el uso de pasarelas, poner vigilancia más que necesaria e instruir a la Policía un control permanente para evitar la ocupación de una estructura que debe servir exclusivamente para el paso rápido y momentáneo de personas; de otro modo, por más sólida que sea una estructura, siempre se correrá el peligro de que se debilite, se parta y caiga por efecto del excesivo peso.

El hecho debe servir como acicate para que los técnicos municipales revisen todas las pasarelas y puentes existentes en las ciudades y, al comprobar las estructuras, repararlas y fortificarlas en la mejor forma, además de colocar anuncios con las prevenciones precisas al público usuario.