Gobernar no es simplemente mandar, tener autoridad para hacer algo que convenga a la persona o grupo, momentáneamente en el poder, sino, sobre todo, conducir al pueblo por la ruta que le permita alcanzar el bienestar que necesita para vivir como verdadero ser humano; o, en los términos que ahora se usa en nuestro país, viva bien, o sea, tener lo necesario para cubrir sus necesidades tanto materiales como alimentarse, vestirse, descansar, poder curar sus enfermedades, etc., y espirituales: administrar su libertad de pensamiento y de conciencia con sujeción, eso sí, al orden jurídico de la nación; sentirse seguro en todo momento para poder realizar, sin sobresaltos, todas las actividades que realiza; saber que la justicia es eso: justicia, dar a cada uno aquello que vitalmente, o en Derecho le corresponde, para desarrollar adecuadamente su vida, sus negocios o cualquier actividad lícita que beneficie tanto a la persona como a la sociedad, etc.
Desde este punto de vista, el gobernante debe tener un alto sentido de servicio, una capacidad de entrega para ayudar y guiar al pueblo al desarrollo de la sociedad; y si se trata del Presidente del Estado, ser verdaderamente el primero de los servidores, pues ha recibido la autoridad que detenta a través del voto de los ciudadanos, quienes han depositado en sus manos la soberanía que naturalmente poseen, la capacidad de decidir conscientemente a cuál o cuáles candidatos nombran administrador de sus vidas y bienes, por un periodo limitado; y los colaboradores de la primera autoridad son, por lo tanto, servidores de la sociedad en el orden jerárquico que la legislación ha previsto.
Reclamar derechos significa que paralelamente se reconoce tener obligaciones. De lo contrario estaremos ante una situación injusta, anómala, pues reclamaríamos únicamente aquello que nos beneficia, negando olímpicamente aquello que nos compromete con los demás. Sería negar que pertenecemos a la sociedad en la cual nos desenvolvemos, y de la cual recibimos la fuerza que nos permite ser personas con derechos; es decir, nos amputaríamos una parte de nuestra realidad de seres humanos.
Desgraciadamente, durante el carnaval se han producido hechos lamentables, que han costado la vida a algunas personas, o la han puesto en riesgo al producirles heridas. Si bien es cierto que la autoridad es responsable de esos daños, por no haber tomado las medidas de seguridad que debería haber previsto; no es menos cierto que también son responsables los asistentes a los espectáculos que se han realizado en las ciudades. Veamos: en Oruro se ha caído una pasarela llena de gente cuando pasaba un grupo folclórico; y pasarela es un paso peatonal, un sitio por donde circula la gente; no es un palco donde se acomoda el espectador; ni, menos, un sitio de acrobacias donde las personas saltan y bailan, como parece que ha sucedido en esa ocasión; lo mismo en Cochabamba, la gradería es un sitio de permanencia momentánea, donde la persona se supone que únicamente mira cuanto acontece en el lugar, sin saltar ni moverse desordenamente, con evidente riesgo de uno para el otro.
También, en este último período hemos lamentado riadas e inundaciones en diferentes regiones del país. Son, evidentemente, fenómenos naturales ante los cuales poco o nada podemos hacer; pero en el caso de Pando y Beni a los fenómenos naturales se ha sumado la actividad humana, pues, según se ha informado, el desagüe de las represas que el Brasil tiene en la zona fronteriza, han aumentado el caudal de las aguas, y claro, el daño ha sido mayor; y, lo peor, parece que nuestras autoridades de Estado estaban informadas de ese riesgo, por otra gente, desde tiempo atrás. Si esto es así ¿por qué no se dio aviso a las Gobernaciones de esos departamentos para que tomen las previsiones del caso? ¿Esos gobernantes estaban cumpliendo con su rol de servidores de la sociedad? ¿Estaban velando por la vida y seguridad de los ciudadanos?
Por otra parte, frente a esa contingencia, la ciudadanía y el Estado han acudido con ayuda para los damnificados, lo cual merece aplausos; pero, ¿es necesario que tanto Vicepresidente, Ministros, y otros personeros del Gobierno hagan propaganda con el reparto de esa ayuda? ¿Acaso no están cumpliendo con su deber al entregar el dinero que los bolivianos entregamos como impuestos, o mediante las regalías de las materias primas exportadas? ¿Qué profesional, industrial o artesano hace propaganda cuando entrega el producto del trabajo que realiza, por la paga que recibe? Sólo está cumpliendo con su deber. Lo demás es abuso, porque se utiliza del dinero ajeno, el del Estado, para beneficio personal o de grupículo.
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