Días atrás, el dirigente campesino Rafael Quispe, otrora ejecutivo del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qllasuyu (CONAMAQ), entrevistado por un medio de prensa, dejó traslucir su pensamiento ultra indigenista; refiriéndose a la composición del Frente Amplio, dijo: “Ustedes son el Frente Amplio de los culitos blancos; necesitamos indígenas” y luego, agregó: “Con Evo hemos decidido que el indio llegue al poder. Primera etapa: todos van a ser indios, pero llega el 2009 y sólo Choquehuanca es el indio, los demás son “k’haras”…”.
Vale la pena reproducir su visión de poder: “Esta es la opción política: un indio que le da bronca, le saca al otro indio”, en clara referencia al actual mandatario. Sobre sus pretensiones políticas en el Frente Amplio, se proclama como el cuarto candidato en las primarias de ese bloque, sin respaldo como él dice “de mi ayllu, mi suyu, CONAMAQ y no puedo atribuirme su representación”.
Rafael Quispe, niega la existencia del Estado Plurinacional: “…no existe, lo que hay es el folclorismo”. Cita también la bronca de la clase media indígena y de la clase media intelectual contra el oficialismo.
El análisis revela que Rafael Quispe tiene en mente, como muchos otros ultra indigenistas, el acceso sin límite al poder político, después del gobierno del Movimiento Al Socialismo, es decir, usando la idea de Quispe, después del indio, otro indio y así sucesivamente, hasta coronar otros 500 años...
Empero, los deseos no siempre van del brazo de la realidad, cuando en nuestro país surgen corrientes que buscan un sistema democrático plural y abierto a los sorprendentes cambios tanto en la sociedad, cuanto en la tecnología.
Llama la atención, por lo tanto, que políticos alineados en el liberalismo o neoliberalismo si se quiere, pasen por alto señales evidentes de que, en este caso particular, estén mezclando agua con aceite en sus alianzas con personas o sectores cuya visión histórica corresponde a un pasado ideal hipotético.
Las alianzas políticas no sólo están destinadas a fortalecer un bloque en formación sino y ante todo, a que internamente, los asociados políticos tengan ideas y propósitos similares. No ocurre así cuando Rafael Quispe, en sus declaraciones públicas, entre líneas, se proclama como el indio que puede y debe asumir la silla principal del Palacio Quemado.
En prognosis, podríamos adelantar que la alianza del Frente Amplio con el ultra indigenismo es de por sí débil y que, posiblemente, no funcionaría. El error no sólo es de este Frente. Otros grupos y partidos políticos de oposición, estiman según sus alegatos políticos, que si no hay representantes nativos, no hay esperanzas de voto. Garrafal percepción, pues lo único que puede competir con las corrientes en boga, es sólo la identidad ideológica real de los participantes en las próximas elecciones de octubre.
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