Una vez más se comprueba, en el mercado internacional, que las exportaciones de un país están supeditadas a fluctuaciones en los precios y así ocurre en estos días en los que se anuncia casi permanentemente bajas en las cotizaciones, así, por ejemplo, el valor del gas habría disminuido en la proporción del 4% y, por supuesto, también el precio de los minerales han sufrido mermas considerables.
Este comportamiento de precios implica, forzosamente, disminución en los ingresos que, como Bolivia, perciben todos los países, especialmente cuando las materias primas son exportadas sin valor agregado. En cuanto a nosotros, lamentablemente, nuestras exportaciones de gas, para ejemplo, no tienen valor agregado porque no hay transformación alguna al hidrocarburo, como es el gas que exportamos tanto al Brasil como a la Argentina.
Para hacer frente a este proceso natural de los mercados, lo que corresponde es que se industrialice la mayoría de nuestras materias primas y para ello será preciso adoptar medidas con miras a atraer inversiones, aprobando las leyes que permitan ofrecer garantías suficientes tanto a los inversionistas extranjeros como nacionales. Sin el requisito de nuevas inversiones en el país será imposible que podamos pensar en la industrialización de lo que producimos y seguiremos en la condición de ser productores y exportadores de materias primas.
El desarrollo y progreso de los países ricos se debe justamente a que encontraron los mejores medios para dar valor agregado a lo que producen y exportan, porque el valor agregado permite contar con mejores precios y mayores ingresos. No conviene olvidar cuánto hemos perdido, en muchas décadas, con la exportación de las famosas “barrillas” con contenido mínimo de mineral. Hemos transportado y entregado a hornos de Liverpool y de Texas, tierra que las fundiciones han sabido aprovechar porque lograron sacar mayor cantidad de mineral y, además, utilizar los desechos en la industria de la construcción.
Ahora, con las políticas restrictivas y la no producción, estamos prácticamente imposibilitados de mejorar nuestros ingresos, ya que, conforme a las fluctuaciones, los precios cada vez serán menores, especialmente si a algunos de los países industrializados como Estados Unidos o China se les ocurre lanzar al mercado sus “stocks” de minerales que tienen en reserva. Ocurriría el mismo fenómeno de octubre de 1985, cuando China lanzó al mercado sus reservas de estaño e hizo bajar a niveles extremos la cotización del mineral y, en alguna forma, perjudicó al plan de estabilización que llevó a cabo el Gobierno para salir del proceso hiperinflacionario que se sufrió hasta el 29 de agosto de 1985, cuando se aprobó la nueva política económica que rige hasta hoy, pese a las prédicas anticapitalistas, revolucionarias y socialistas pregonadas por el régimen de gobierno.
Habrá, pues, que aprobar medidas que permitan dar mayor sentido a nuestra producción y a las exportaciones.
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