Chile, bajo la conducción gubernamental del señor Sebastián Piñera, ha sondeado a la opinión pública latinoamericana, y en particular a la boliviana, con la posibilidad de abandonar el Pacto de Bogotá, que recomienda la solución pacífica de controversias entre los Estados de América. Con ello quiso desbaratar nuestra demanda marítima que radica, desde abril de 2013, en La Haya. Una señal que ha provocado reacciones adversas, en su mayoría, en el ámbito político y periodístico.
¿Chile, en el hipotético caso de abandonar esa instancia, optaría por la invasión o la guerra, como lo hizo en el pasado? Pero son acciones que ya no condicen con los tiempos de cambio que propugnan la convivencia civilizada. Hechos de esta naturaleza significarían el retroceso más inconcebible de la historia, por su espíritu belicoso y devastador.
Creemos que Chile hizo conocer ese despropósito por no asumir la responsabilidad de restituir el derecho boliviano en el Pacífico. Fue una manera de zafarse de la realidad que lo apremiaba a raíz del triunfo peruano en la Corte Internacional de Justicia.
Es bueno, a estas alturas de la historia, refrescar la memoria del vecino, señalando que Chile gracias al guano, al salitre, la plata y el cobre, en particular, se perfila hoy como uno de los países del primer mundo. Gracias a esos recursos naturales tiene una economía saneada, que le permite reducir los índices de pobreza.
El guano, ese “maldito guano”, como dijera el ilustre escritor Jaime Mendoza, despertó la codicia de quienes alentaban el expansionismo, fenómeno que no respetaba fronteras, hitos históricos ni manifestaciones culturales. En este marco se inscribe el propósito depredador de la nación transandina, inmersa, en el Siglo XIX, en la pobreza más deprimente. Chile, desde mucho antes de la reprochable invasión de 1879, ha saqueado sin escrúpulo la riqueza de nuestro Litoral, que ha contribuido enormemente a su desarrollo actual, del que se pavonea ante Latinoamérica y el mundo.
En consecuencia será la señora Michelle Bachelet, nueva mandataria de la República de Chile, quien sugiera la política internacional en relación con Bolivia y su centenario enclaustramiento, pese que ya ratificó a Felipe Bulnes como agente chileno en La Haya. Y ojalá lo haga despojándose de actitudes negativas, displicentes y arteras, que obstruyeron, en dictadura y democracia, la vía del diálogo y el entendimiento, tendente a reponer la salida boliviana al mar.
La señora Bachelet debe tomar nota de que cualquier ofrecimiento de un puerto, sin soberanía, para Bolivia en el Pacífico, a cambio de gas, no goza de consenso acá. Tampoco la tesis del trueque territorial. Y se supone que con estas aclaraciones se evitará falsas expectativas en el futuro.
Bolivia espera de la señora Bachelet una pista con apego a la justicia y la equidad y que sea la opción de solución al conflicto que distancia a dos países que conviven separados por una frontera común en el Cono Sur.
En suma: Bolivia, ante las actitudes amenazadoras e intimidatorias de Chile, debe reafirmar su histórica demanda marítima, a fin de que ella repercuta en el mundo.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |