La verdad aunque duela
Inicialmente recordemos algunas definiciones de conciencia: Es el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, del estado en que se encuentra, y de las cosas que hace. Es la facultad del ser humano para elaborar juicios personales de carácter moral y ético, sobre los actos buenos o malos, en relación con el comportamiento de sí mismo o de los demás.
Por eso fue sorprendente que, en una entrevista televisada el 7 de mayo pasado, ante una audiencia aproximada de mil millones de personas, el presidente venezolano Nicolás Maduro hubiera declarado que “Ante el inédito proceso revolucionario de expansión social, económica y política del país, la oposición y la mitad del pueblo venezolano vive abrumada”, razón por la cual desde hace un mes hay movilizaciones sociales, con una cifra de muertos que aumenta, por reclamar atención para necesidades elementales, así como democracia plena y seguridad ciudadana.
Con naturalidad reconoció que junto a su predecesor son responsables de la caótica situación económica de su país (caracterizada por descomunal corrupción y despilfarro). A manera de disimular su nerviosismo agregó que para el 2019 su pueblo vivirá con cero de miseria. En resumen, en Venezuela se vive un desgobierno sin precedentes, no obstante el citado Mandatario ha resaltado que nada le preocupa y por las noches duerme con la conciencia tranquila.
Asombrado por esa demostración de arrogancia y cinismo, dirijo mi mirada al Estado Plurinacional Boliviano, donde según nuestros mandantes en los últimos ocho años de gobierno estamos viviendo otra revolución socialista inédita. Por ello se hace una constante propaganda, destinada a ponderar la cualidad del sistema “originario”, mofándose de las desgracias del pueblo (inundaciones en el oriente boliviano, accidente en Oruro, etc.). Se difunde política barata hasta el agotamiento. Todos los días nos hablan de las bondades de la economía y la econometría que rigen las políticas de Estado.
Funcionarios claves en el Gobierno, por su formación plurifuncional, resuelven todos los problemas sociales, económicos y políticos del pueblo, desde atender a los niños en gestación, hasta negociar el pronto retorno al mar. Se percibe que las instituciones públicas del Estado, en particular el Órgano Judicial y el Tribunal Constitucional, las FFAA y la Policía están bajo las órdenes de influyentes personeros del Palacio.
A diferencia del presidente Maduro, nuestros gobernantes no tienen tiempo para dormir, debido a su obsesión por quedarse con el poder; no tienen conciencia de despilfarro, corrupción, narcotráfico, contrabando, encubrimiento y represión implacable contra toda persona o institución que critique al Gobierno.
Los conductores del Gobierno, cual dueños de la justicia y los derechos ciudadanos, con flagrante discriminación política, han ocasionado hechos delictivos, inventando procesos penales contra ciudadanos que no piensan igual que ellos. Por estas acciones aparecieron redes de extorsión, como en los casos de: asesinatos a supuestos terroristas en un hotel de Santa Cruz; el Porvenir en Pando; la Calancha en Chuquisaca; Caranavi en La Paz; Chaparina en el Beni, etc. Como consecuencia de estos sucesos mal planificados, los damnificados son varios policías y abogados presos, prófugos o asesinados, quienes inicialmente eran protegidos por aquellos pérfidos del Gobierno, hoy “si te vi, no me acuerdo”, es más, los llaman delincuentes confesos.
Según mi parecer, lo único confuso es la conciencia de los gobernantes, se los ve preocupados. Por su afán de buscar dinero y poder se olvidaron del servicio al pueblo; la codicia y la soberbia imperan en ellos; con sus malas acciones conforman plataformas de dominio sobre los hombros de la colectividad, hasta tener autoridad sobre la vida ajena, llegando al estropicio de su moral y ética.
¿Qué pasará ahora que se descubrió la farsa? El ciudadano común percibe que el socialismo es una fábrica del mal. El Estado Plurinacional no ha sido más que la personificación de un campesino audaz y mítico. La retórica del Presidente fue una repetición de justificaciones para cada desenfreno cometido durante su mandato. El Gobierno es ordinario. Lo peligroso es que los gobernantes no tienen la conciencia tranquila y muy pronto se pueden convertir en prófugos.
¿Qué sentido tiene poseer el poder inconscientemente?
El autor es docente universitario.
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