La noticia de perfil
Mi abnegada comadre Macacha cumpliendo con la obligación que ella misma se impuso de ponerme al día con las noticias más importantes que se produjeron en el país y el mundo, de pronto comenzó a percibir malos olores y se cubrió las narices con un pañuelo; nervioso ante su actitud le pregunté qué sucedía y la cholita cochabambina me explicó: “es que acabo de leer en los periódicos que el fiscal Soza ha huido al Brasil y solicita refugio en ese país porque se siente perseguido por el Gobierno”.
Para continuar con nuestro diálogo sobre ese fiscal y sus antecedentes rociamos la habitación con diversos desodorantes y perfumes, aconsejando a mi pariente espiritual que se dirigiera al Ministro Nacional de Disparates, solicitando la eliminación del Ministerio de Justicia, el Ministerio de Transparencia, la Corte Suprema de Justicia y el cargo de Fiscal Supremo del Estado, consejo que ella rechazó por no ser abogada y ni siquiera “tinterilla” porque detestaba los malos olores y sabía que la justicia en Bolivia olía muy mal.
Para demostrar a mi comadre que coincidía con ella, sobre lo mal que olía la justicia, abrimos las puertas y ventanas, volvimos a perfumar mi living y le solicité que me hablara del mencionado fiscal Soza, a quien yo nunca conocí ni en pelea de perros ni de marranos.
La informada cholita me contó que el Gobierno, la Fiscalía General o los dos juntos (porque son la misma cosa), nombraron al tal Soza fiscal en el caso de Terrorismo protagonizado por aquellos extranjeros que fueron reclutados en Europa por elementos cruceños de extrema derecha que deseaban reforzar su lucha. De esa manera el flamante fiscal Soza dirigió la campaña legal contra los cruceños, cuyos aliados extranjeros fueron exterminados mientras dormían en un céntrico hotel de Santa Cruz.
Quedé sorprendido por el relato que me hizo mi comadre, el que además me dejó entrever el papel importante que desempeñó el fiscal Soza para armar todo ese teatro de operaciones en el cual se implicaba a muchos ciudadanos de raigambre cruceña.
Según supo mi comadre Macacha, Soza armó todo el teatro a favor del gobierno que lo contrató, durando su tarea más de cinco años.
Al ver que en más de cinco años no pudo llevar el proceso a etapas de sentencia, traicionó a sus contratantes y huyó a Brasil, donde solicitó refugio y asilo que le fueron concedidos.
Ahora, después de cinco años, el Gobierno buscará otro fiscal.
Cuando la cholita cochabambina concluyó su relato me pidió cerrar nuevamente ventanas y puertas porque de acuerdo con la nomenclatura legal y el estilo que cursa en los escritos judiciales, el fiscal Soza y otros funcionarios judiciales, ya todos los testigos “depusieron sus declaraciones” y debemos archivar sus “obrados”, lo cual confirma que la justicia boliviana dependiente del Gobierno huele mal.
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