Todos los países del mundo, y muy especialmente los ricos y desarrollados, han acumulado experiencias sobre lo que conllevan los enfrentamientos, las guerrillas, las acciones bélicas que muchas veces se prolongan con guerras interminables y que causan millones de víctimas entre muertos y heridos, al margen de pérdidas materiales.
El ser humano, soberbio en su posición de egolatría, nunca aceptó en la historia de la humanidad evitar las guerras de conquista por creer contar con derechos para ello; muchos países han avasallado, es decir, conquistado tierras y sus habitantes con miras al vasallaje haciendo de su población siervos o vasallos; lo han hecho atenidos a su fuerza en cantidad de ejércitos y en el uso de armas de todo calibre, potencia y calidad.
Los países sometidos han debido soportar la pérdida de su libertad, el menoscabo de su dignidad y aceptar la condición de dominados por la fuerza que ejercen quienes poseen más poder. Así, se ha violado y se viola los derechos fundamentales del hombre por países que han jurado respetar y acatar la Declaración Universal de Derechos Humanos, que no consisten solamente en respetar la vida de las personas, sino que abarcan el respeto y consideración a los mismos países, sin menoscabo de sus libertades, su dignidad, su vigencia democrática, la libre elección de sus gobernantes, su derecho a vivir plenamente y a resolver sus dificultades sin intervenciones y tutelas de ninguna clase.
Partiendo de un falso principio de ayuda, se han iniciado enfrentamientos y guerras civiles que han terminado como holocaustos por las guerras hechas para la conquista de territorios y seres humanos. En la historia de la humanidad se contaba, más o menos, a diciembre de 2012, más de 14 mil guerras que han victimado a millones de personas, han causado millones de heridos y han destruido bienes por el equivalente al presupuesto de veinte años de los países más ricos y desarrollados.
Los últimos ejemplos, iniciándose con la Segunda Guerra Mundial, suman generaciones de víctimas y los ejemplos de las guerras de Corea, Afganistan, Vietnam, Iran, Irak, Israel y países árabes, conjuntamente lo que ocurre hoy con Siria son patéticos y deberían servir para frenar el armamentismo con miras a poner fin a las guerras que los fabricantes de armas, por parte de países que dicen buscar e imponer la paz, utilizan para cumplir su letal negocio: “Si vis pacem, para bellum” (“Si quieres la paz, prepárate para la guerra”) aun sabiendo que ello no es solución y sólo es el medio y pretexto para el enriquecimiento que, además, ha contagiado hasta a países pobres que sin producir alimentos ni medios para una vida digna de sus pueblos, prefieren fabricar armas para hacer del hombre el peor enemigo del hombre. Mientras la humanidad viva cegada por el fragor de las guerras será imposible el reinado de la paz y con ella el desarrollo y progreso.
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