Transitar por nuestras ciudades, especialmente por las que se encuentran en el área troncal, como son La Paz, Santa Cruz y Cochabamba, resulta una tortura para los viandantes y también para buena parte de quienes conducen vehículos, por la proliferación de bocinazos de conductores que creen que el vehículo que va delante de ellos o los congestionamientos, debe y puede apurar su marcha, tan sólo por efecto de las bocinas.
Hay muchos conductores irresponsables desde todo punto de vista que abusan de las bocinas, sin considerar que el público y los vecinos de las calles por donde transitan merecen respeto y consideración; no entienden que si hay congestionamiento vehicular es debido a la gran cantidad de automotores que circulan en las ciudades, a la estrechez de calles y avenidas y, además, la falta de autoridad de agentes de parada que no pueden poner orden.
No deberían abusar de las bocinas -creadas exclusivamente para casos de mucha emergencia y en forma moderada- conductores que creen que las ciudades son propiedad de ellos y hay que darles paso como sea. Este tipo de conductores debería ser sancionado drásticamente y, en casos de reincidencia, suspender las autorizaciones para conducir vehículos.
El público, el transeúnte o viandante, los vecinos, los funcionarios de oficinas y toda la población que no está ocupando un vehículo deben merecer consideración de quienes manejan autos, colectivos, taxis, radiotaxis, minibuses, etc. y, por supuesto, conductores de coches particulares que también abusan del uso de bocinazos. Nuestras ciudades viven en relativa tranquilidad sólo en horas de la noche, porque es el juego de luces el que muestra el paso de automotores por las diversas vías.
Una forma de atropellar los derechos humanos es abusar de la bocina, porque es no tener ni respeto y consideración alguna por quienes viven en las ciudades, en pueblos o villorios, donde para cualquier llamado domiciliario se recurre a la bocina para indicar la llegada del vehículo pedido; raros son los choferes que recurren al timbre de las casas para anunciar su presencia con el vehículo solicitado.
Es urgente que las autoridades municipales y las direcciones de Tránsito hagan cumplir los reglamentos sobre el uso de las bocinas, que se han convertido en un perjuicio muy grave, especialmente para niños y ancianos que, por la misma naturaleza de su edad, tienen debilitados los tímpanos. La población, al margen de sufrir por el bullicio que existe en los lugares poblados, no debe ser víctima de la mala educación, impaciencia e intemperancia de choferes que, por estar en un automotor, creen tener derecho a no considerar a la población.
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