Una casa muy salada y blanquesina

Enclavada en el salar de Uyuni y pretendiendo pasar desapercibido, irrumpe en el espacio, este hotel que de repente nos dimos cuenta que tenía una atractivo marcado, por la textura del material, que sin bien intenta mimetizarse en el ambiente, sin embargo no es posible, debido a que a la distancia se puede observar fácilmente por el diseño arquitectónico, que seguramente en su momento quiso expresar el profesional, buscando una imagen peculiar.

Los materiales utilizados son de la región, pues simplemente fueron sal y madera de árboles circundantes al salar Uyuni, muros tallados, también los cuadros en las paredes, dando la impresión que son parte natural de la obra, aunque hay que reconocer que el único contraste que muestra es la textura del mismo material.

Esta dicho que en el blanco resalta cualquier otro color, además de ser muy vistoso. La construcción muestra todas las comodidades que debe tener una hospedería, además de contar con mucho espacio para la recreación interna, dando la impresión que uno está en un iglú, ya que el mismo piso es de sal.

Lámparas de cuero de cabra, muy típico de esa región y remata en el restaurant central que impresiona por el techo que desplaza maderales como una red de araña, dando la impresión de amplitud y comodidad.

Además el arquitecto logra captar el calor del sol, con ventanas en los techos, por cuanto la iluminación es casi las 24 horas y mantiene una reserva de una ambiente agradable, aunque el frío del sector de Uyuni, obliga a cubrirse del ambiente con estufas, especialmente por la noche, pero que en definitiva lo hace más confortable.

Metro Cuadrado estuvo en estos ambientes y le muestra la creatividad y la originalidad de la construcción y el buen gusto por contar con ambientes agradables que demuestran la calidad de los materiales de la misma región.