Roberto Claros, vendedor de libros fotocopiados, asegura que la determinación del Servicio de Impuestos Nacionales (SIN) de implementar una “Tasa Cero” por la venta de libros no afectó a este comercio, esto a un año de la aplicación de la medida, dado que estudiantes adquieren aún estos textos.
La disposición del Gobierno establecía que todos los contribuyentes que tengan como actividad la venta de libros de producción nacional e importados, y de publicaciones oficiales de instituciones del Estado Plurinacional de Bolivia en versión impresa, realicen dos acciones administrativas sencillas y simples, informó el presidente Ejecutivo de la entidad recaudadora del Estado, Roberto Ugarte Quispaya.
La primera de ellas es la obligación que tienen de actualizar la “Actividad Económica” en el registro del Padrón Nacional de Contribuyentes, a través del Padrón Biométrico Digital.
La segunda acción era la de emitir facturas de venta de libros con la advertencia de que no es válida para crédito fiscal. Así, estos contribuyentes deberán dosificar facturas con la característica tributaria “IVA con Tasa Cero, Ley Nº 366 del Libro y la Lectura – Oscar Alfaro”, la misma que debía aplicarse desde la pasada gestión.
La RND Nº 10-0019-13 establece que estas nuevas facturas con ‘Tasa Cero’ por ciento deben ser exclusiva y únicamente destinadas para la venta de libros de producción nacional e importada y de publicaciones oficiales de instituciones del Estado Plurinacional de Bolivia en versión impresa.
Según explicó Ugarte, toda factura que no sea exclusiva para la venta de libros o que no consigne la leyenda sobre “IVA con Tasa Cero, Ley Nº 366 del Libro y la Lectura – Oscar Alfaro”, será válida para el crédito y débito fiscal – IVA, por lo que el contribuyente deberá pagar el impuesto respectivo.
Para Claros, este procedimiento no siempre compensa las posibilidades económicas de los universitarios, “ellos son quienes tienen una economía medida, donde el 70% de sus ingresos son menores a los Bs 300 por mes, los cuales no sólo deben ser destinados en su totalidad a la compra de libros, sino el pago de matrícula, material de laboratorio, entre otros implementos de estudio, razón por la que buscan versiones a medio uso o fotocopiados, porque con el restante debe ser empleado para su transporte, comida y aportes de exámenes”.
Para el vendedor de libros fotocopiados, a un año de la aplicación de la medida, ésta no logró afectar su actividad porque los libros originales vendidos en librerías exclusivas, sobre todo en las ciudades de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz no pueden competir con libros fotocopiados que tienen un valor menor hasta un 300% que el original.
“La realidad es que hasta los propios profesores universitarios en la UPEA (Universidad Pública de El Alto) son quienes dejan en cada una de las fotocopiadoras sus ejemplares, para que de estos textos puedan sacar más de 20 fotocopias, porque nuestros jóvenes difícilmente acceden a textos originales, pese a la medida aplicada, continúan siendo inalcanzables para los bolsillos de los estudiantes y futuros profesionales”, concluyó el entrevistado.
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