Según exautoridad del Ejecutivo
Hace cuatro años, el Gobierno de Brasil aceptó en un documento firmado que la construcción de las represas San Antonio y Jirau ocasionaría un impacto en el medioambiente de la región amazónica de Bolivia, informó el exviceministro de Medio Ambiente, Juan Pablo Ramos. En la actualidad, cancillerías de ambos países estudian el tema y Bolivia espera un resultado técnico, mientras la presidenta Dilma Rousseff ya deslindó responsabilidades.
“Lo importante fue que en la reunión técnica de Bolivia hubo un documento firmado. En ninguna reunión previa hasta la reunión de Bolivia se había firmado documentos, en la reunión técnica de Bolivia no le quedó otra al Brasil que aceptar los potenciales impactos (de las represas Jirau y San Antonio). La reunión fue realizada el 2008 en la ciudad de La Paz”, declaró Ramos según la red Erbol.
El departamento del Beni, en Bolivia, fue la región más afectada por las inundaciones que continúan en siete de las ocho provincias donde, según el gobernador Carmelo Lens, 22 mil familias perdieron sus bienes y se perdieron más de 3.500 cabezas de ganado y la dramática proyección es que el ganado perdido ascenderá a cinco mil.
En este caso, Lens dijo que lo importante es la declaratoria de zona de desastre a la región para que así pueda iniciarse una investigación internacional que demuestre que la construcción de esas represas fue una de las causales para la tragedia que sufrieron los benianos.
En el proceso de construcción de estas dos represas, el Gobierno de Brasil siempre negó el efecto negativo que causaría, afirmó Ramos.
Entretanto las cancillerías de ambos países realizan reuniones constantes para tratar el tema. El ministro de Relaciones Exteriores, David Choquehuanca, consultado sobre este tema, dijo anteriormente que el Gobierno no puede emitir ningún criterio en tanto no tenga los resultados de un estudio técnico, el mismo que se está elaborando y que será conocido el próximo 7 de abril cuando se reúnan los representantes de ambas cancillerías.
ANÁLISIS
En ese sentido, el analista Carlos Cordero afirmó que por el momento tomando en cuenta la coyuntura política que se vive en Bolivia no sería prudente efectuar ese tipo de observaciones tomando en cuenta además el estado de las relaciones entre ambos países.
“Si con el reclamo de la construcción de las represas el Gobierno boliviano quiere buscar una mejor posición negociadora no está yendo por buen camino, tiene que ser más cauto e inteligente porque estamos en una situación muy difícil y no podemos perder el mayor mercado para la venta de gas”, afirmó.
Para el experto, lo más importante es no mezclar las relaciones comerciales con la diplomacia entre ambos países ya que ambos temas merecen un trato diferente. Por un lado, tratar de ampliar con mejor precio la venta de gas a Brasil y por otro, restaurar la diplomacia esperando la designación de un nuevo embajador del vecino país en Bolivia.
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