Aronofsky asegura que Noé ha sido el “santo patrón” de su vida creativa.
Cuando tenía 13 años, Darren Aranofsky ganó un concurso literario con un poema dedicado al bíblico Noé, y cuando a mediados de los noventa escribió una lista con las diez películas que quería rodar en su carrera, Noé, era una de ellas.
Así que en el momento en que los estudios de Hollywood le abrieron las puertas para rodar su primera producción de gran presupuesto, tras el éxito de Cisne Negro, que recaudó más de 330 millones de dólares, lo tuvo claro. “Para mi Noé ha sido una especie de santo patrón de mi vida creativa”, afirma, y “una de las historias más grandes de todos los tiempos”.
Aunque en la Biblia el episodio del diluvio universal ocupa apenas unos párrafos y Noé ni siquiera pronuncia una palabra, Aronofsky ha construido más de dos horas de película que podría encajar en ese subgénero apocalíptico tan en boga, eso sí, con una buena dosis de dramatismo, que por momentos le lleva a convertir al viejo profeta (Russel Crowe) en un auténtico fanático religioso.
“En el Génesis, la historia comienza con el Creador muy enfadado, y con ansia de hacer justicia -mediante el diluvio- y después se mueve hacia la misericordia. Lo que queríamos era trasladar esa evolución al personaje de Noé”, explica el director a Efe durante la promoción en Madrid.
“Así que al principio de la película Noé está lleno de odio, porque ve lo que los hombres han hecho, entre sí y al planeta, y a lo largo de la película aprende a ser piadoso”, añade sobre una cinta que también tiene, admite, una lectura ecologista.
El imprevisible director de cintas tan diferentes como Réquiem por un sueño o El luchador insiste en que la historia elegida para su sexto trabajo es universal, “como el patrimonio de la UNESCO”, y que “no sólo pertenece a la gente religiosa”.
La insistencia viene a cuento por la polémica suscitada en algunos países musulmanes, en los que se ha prohibido su difusión por considerar que contraviene los principios del Islam, en particular por la representación física de un profeta.
Jennifer Connelly, que vuelve a coincidir con Crowe después de Una mente maravillosa -con la que se llevó un Oscar como mejor actriz secundaria-, le apoya en esa argumentación.
“Los temas de la Biblia hablan a todo el mundo, son atemporales y universales”, subraya la actriz. “La controversia alrededor de la película ha sido generada por gente que aún no la ha visto, hay mucha especulación, pero cuando la vean comprobarán que es bastante fiel al espíritu de la historia bíblica”, declara.
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