Necesidad de una ética civil

En el “nuevo” contexto que está viviendo el Estado plurinacional se destaca una serie de entuertos que pone en evidencia una cooptación institucional. De ello se colige -objetivamente- el autoritarismo de varias estructuras del Poder oficial que desfavorece al denominado proceso de cambio. Cuando el ex Director del caso “terrorismo”, ex fiscal Soza, y el ex Director anticorrupción, ex mayor Ormachea declaran que cumplieron “órdenes” de autoridades superiores del Gobierno, al margen de que sea verdad o no muestra -en varios operadores del Gobierno- la falta de ética civil. La historia nos muestra a políticos con parecido o peor comportamiento. Ahora, que se creyó en un Presidente -denominado- indígena es el fiasco que está tomando cuerpo y permitiendo el fracaso del “cambio”, ¿no hay ética civil en autoridades y operadores del Gobierno del MAS?

¿Qué es la ética civil?, se funda en “la confesionalidad de la vida social que origina una justificación única y totalizadora de la realidad”. Estas confesiones se basan en el pluralismo libre, donde la sociedad convive unida, es más, “expresa la superior convergencia de los diversos proyectos (políticos) de la sociedad libre y democrática”. Por último, moralmente, respeta y desarrolla valores, inmersos éstos en el respeto a las diferencias, como reza la actual Constitución Política del Estado. La ética civil permite que toda persona tiene derecho a vivir de acuerdo con sus propias creencias: ideales políticos. La disparidad de valores bajo el régimen del MAS pareciera haber eximido particularidades de la ética civil. Ha “convertido” a muchos seres (políticos) en enemigos. Todo ser humano en su disparidad de valores por ética civil tiene que ser respetado en tanto Ser humano.

La ética civil como confesionalidad, pluralismo libre y valores de tolerancia, está siendo desvirtuada con “mentiras” y “verdades”. El Gobierno admite rasgos de irrespeto a las diferencias políticas, hace un uso desproporcionado de los bienes públicos para su “campaña” y ello pone en entredicho las reglas de la democracia e incluso de la racionalidad humana en tanto legitimidad. En este embrollo, la “carta” del ex fiscal Soza, y las declaraciones -en el video- del ex mayor Ormachea en coincidencia asientan que cumplieron “ordenes” de “jefes”, perceptivamente éstas se asumen como “verdades”. Pero se los muestra como un encono entre unos (oficialistas) y otros (opositores) que no aplican con libertad la democracia: los unos mienten, abusan, distorsionan, lo que deslegitima al principal candidato oficialista. Los otros, carecen de confianza, distorsionan, no comprenden la unidad como parte de la ética.

De seguir así, se avecina una ingobernabilidad de consecuencias catastróficas; como diría Vidal (2012) los políticos están en automático, desvirtúan la “verdad”, el pluralismo y los valores culturales de respeto. Eximen la reflexión sobre ¿cómo un “cuerpo social” -en un tiempo- a ser clonado -al poco tiempo- es delincuente confeso? La respuesta es simple, las cosmovisiones totalitarias se contradicen con la ética civil, insuflan decisiones que chocan con la racionalidad, la realidad en cuanto “mínimo común”. Asumen el capricho, niegan su contrario, se “embriagan” con ideales toponímicos. Por ello la necesidad de una ética civil, que permita superar las “fantasmas” engendrados de sus propios “errores”.

El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).