La noticia de perfil
Cuando mi pariente espiritual me relató con pelos y señales la actuación del fiscal Soza en el “proceso del siglo”, como yo le llamaría, no pude menos que decirle a mi comadre cochabambina: “Esta vez le salió al Gobierno el tiro por la culata”, viejo refrán que ella escuchó por primera vez, motivando su indignación por haber usado en su delante palabras malsonantes como “culata”.
La cholita indignada me recordó que yo estaba hablando con una chola decente de Quillacollo y que no permitiría que yo por el hecho de haber estudiado en el Colegio San Calixto de La Paz pronunciara malas palabras como “culata” en su delante.
Sorprendido ante su reacción traté de explicarle que “culata” no es ninguna mala palabra, aunque a ella le sonara muy mal, aumentando su rabia, pues me dijo “culata me suena mal y también suena mal ante cualquiera que pretenda ser una persona regularmente como yo, quien estudió seis años de primaria en el colegio de mi pueblo”.
Tuve que apelar a un diccionario elemental para decirle a mi comadre que culata es el nombre que se da a la parte posterior de un arma de fuego que apoyamos contra el hombro para realizar un disparo, explicación que no le sirvió de nada porque siguió sin comprender cómo el fiscal Soza pudo resultar para sus mandantes del Gobierno actual como un disparo por la culata.
Armándome de paciencia llamé a mi comadre Macacha pidiéndole que me escuchara con paciencia, practicando con un fusil Máuser, modelo boliviano, fabricado por la casa Vickers de Alemania, apunte a un objetivo y el tiro en vez de dar en el objetivo no salió por el cañón sino por la culata, o sea que hiere o lastima a quien manejaba el arma.
La inteligente cochabambina comprendió mi difícil explicación y exclamó satisfecha: “Ya le entiendo, compadrituy, lo que usted quiere decirme es que el fiscal Soza fue contratado por el Gobierno, o por el Fiscal General, que son la misma cosa, para dirigir el juicio de tal manera que se pudiera fusilar o encarcelar a los opositores y este mal sujeto, o regular ciudadano, trabajó durante cinco años para que el enredado proceso llegase a la etapa de sentencia, pero se enredó de tal manera que lo último que podía hacer era huir al Brasil y pedir refugio por considerarse perseguido del mismo gobierno que lo contrató hace cinco años.
Después de un diálogo tan áspero y tan difícil con mi comadre de Quillacollo, vi con satisfacción que ambos coincidimos en que el fiscal Soza cayó víctima de las propias telarañas que él fabricó y que al Gobierno de Evo y compañía les salió el tiro por la culata.
Mi comadre Macacha y yo nos estrechamos las manos después de haber coincidido en nuestros argumentos sobre el publicitado Fiscal, aunque mi pulcra pariente espiritual continuase diciéndome: “Todo está muy bien, compadre Paulitoy, pero en lo sucesivo no vuelva a hablarme jamás de la culata de nadie ni de los tiros que salen por la culata”.
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