Cualidad marítima y soberanía

“Chile versus Bolivia, otra mirada” es la propuesta del reputado escritor chileno Pedro Godoy, que hoy se suma a la generalizada hipótesis propuesta por literatos de aquel país para la “incorporación” soberana de un enclave portuario a favor de Bolivia; pero no meramente distributiva, sino “creadora de riquezas para todos los involucrados, es decir todo menos el statu quo”.

Lo anterior nos lleva una vez más al histórico e invariable convencimiento de que Bolivia jamás perdió su cualidad marítima, sino su soberanía territorial, en propio territorio costero y su consiguiente espacio oceánico.

Hoy la demanda interpuesta por nuestro país ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya a través del diálogo impuesto es esencialmente para restituir nuestra soberanía e independencia territorial únicamente, por cuanto nuestra Patria nació “dotada de mar” junto a su costa, en una suerte de cualidad primigenia, primitiva y originaria, como un atributo natural y de esencia propia. Por consiguiente, cualquier solución de salida al mar debe contemplar invariablemente nuestra soberanía, antes que el lucro e interés mercantil en el obstinado y porfiado uso de puertos chilenos exclusivamente.

El potencial de exportaciones que viene desarrollando Bolivia (aun con sus pormenores y altibajos), en criterio del informe Andersen y Meza, es ciertamente prometedor; se proyecta y despliega a los cuatro puntos cardinales de nuestras fronteras con opciones, por ejemplo, del mercado energético más grande del Cono Sur; adicionalmente al récord de exportaciones de gas natural a Brasil y Argentina, y en curso actual la ampliación de contratos de exportación entre Bolivia y Brasil. Está latente, asimismo, el potencial para desarrollar, por ejemplo, las exportaciones de electricidad mediante la construcción de plantas termoeléctricas…”.

En el largo plazo también existe el potencial para desarrollar la industria petroquímica, que podría representar un significativo incremento en la disponibilidad de recursos de inversión, así como ingresos por exportaciones.

En última instancia, una política de abstracción o enajenación de nuestro país del mercado chileno, al margen del injustificado temor de los escépticos y pesimistas, estamos seguros que secundará positivamente, más temprano que tarde, nuestras aspiraciones por contar ahora con plena autosuficiencia en materia de recursos naturales, para el pleno desarrollo de nuestro comercio exterior.

Hoy la política de cuerdas separadas, sugerida por el presidente Evo Morales, ha sido expresamente rechazada por la electa presidenta chilena Michelle Bachelet, en ocasión de la posesión de la misma, al revocar ella (sin importarle la etiqueta) el tema marítimo de su amañada agenda de 13 puntos (vademécum “estrella” de nuestro Gobierno) y convertirla en 12, para continuar el último punto en La Haya, desbaratando consiguientemente el ocioso procedimiento de “cuerdas separadas”, parodiando la frase “me demandas, pero seguiremos negociando”.

El autor es abogado.