En la posesión de la presidenta chilena Michelle Bachelet, el 11 del presente mes, el presidente Evo Morales expresó que “Bolivia espera tener nuevo diálogo con el gobierno”. Planteó la venta de gas a Chile (gas por mar) y resolver la demanda marítima, excluyendo canje territorial. “Tenemos cuatro años con Bachelet para consolidar con resultados, el diálogo en base a la agenda de 13 puntos. La demanda interpuesta en La Haya no es excluyente al diálogo”. El canciller Heraldo Muñoz, enemigo de Bolivia, abrió la posibilidad de un diálogo cimentado en su política. Al día siguiente, Bachelet respondió: “Chile acepta reanudar diálogo pero excluyendo el tema marítimo”. Con esta decisión se aleja de la propuesta boliviana y se desestima la apertura del diálogo.
Sin el punto del tema marítimo, será innecesario sentarse a la mesa de negociaciones, pues sería un nuevo diálogo de sordos. La presidenta, por lo visto, no tiene el propósito de gestionar el caso marítimo.
Habrá que decirlo, si Bolivia llevó a Chile a la Corte Internacional de Justicia, fue después de muchos años de insolencia diplomática, trato arbitrario y discriminación. Además en cuatro años de gobierno de Bachelet y otros cuatro de Piñera nada beneficioso se consiguió. Se dirá que la suscripción de la agenda que se firmó el 2006, pero es más lucrativa para el vecino país, no para Bolivia que reclama acceso al Pacífico y compensación económica por el uso de las aguas del Silala.
Lo cierto es que el 17 de abril debemos presentar la fundamentación legal, memoria histórica y jurídica de la demanda para su análisis, debate y conclusión final, que probablemente será de cinco años. El problema es político, no jurídico. Chile tendrá plazo hasta febrero de 2015 para interponer su contra memoria.
Hay que reconocer que la diplomacia chilena es hábil, tiene abogados especialistas, diplomáticos de carrera, mientras la Cancillería boliviana tuvo muchas fallas atribuibles a la poca experiencia de los conductores de la política exterior. La política internacional de Bolivia es risueña. Los embajadores del Estado son empíricos, improvisados, pero premiados, gozan de un exilio dorado, junto a sus familiares con jugosos sueldos sin conocer idiomas.
Por falta de táctica, en nuestras relaciones con Argentina hay reparos en la compra de gas. Con Brasil están los asuntos de Petrobras, los encarcelados por el fútbol, Roger Pinto, el extorsionador Soza, las inundaciones provocadas por la construcción de represas, lucha contra el narcotráfico. Con Perú, el encuentro Humala-Morales fue suspendido repentinamente. A pesar del fallo emitido en La Haya, Chile y Perú hacen grandes negociaciones y se unen más. Será necesario admitir que desde el tratado de Ancón, Chile tiene el candado y Perú la llave de nuestro encierro.
Los bolivianos no debemos ser ilusos, seamos conscientes, el Gobierno de Chile no cederá ni un pedazo de costa ni otra tierra, si no es mediante el canje territorial, tampoco tendremos una salida al Pacífico con soberanía. No se debe olvidar que toda negociación implica dar y recibir. Los gobernantes deben tener presente que no se puede alterar la escala de valores de un pueblo, a no ser que queramos convertirnos en un país sin decoro ni civismo, sin memoria de un doloroso pasado histórico. Basta de tratar de formular la agenda.
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