Temas de la vida cotidiana
En una soleada tarde de otoño, decidimos conocer los Pumakataris; por la novedad llaman la atención, particularmente en las noches su aspecto y la iluminación que los caracteriza; estos Pumas son nuestros, ahora son paceños.
En uno de los puntos de parada en la Calle Villalobos de la zona de Miraflores, abordamos el bus. Resulta especial que las paradas sean adornadas por las tiernas cebritas, que son el deleite de los niños y compañía de los adultos. Al ingresar al Pumakatari los pasajeros son tratados con la amabilidad de un chófer uniformado y una atenta señorita que cobra los pasajes. Un punto a favor es la cordialidad, muy distinta a la de otros chóferes que riñen, insultan y maltratan a los pasajeros y cobran lo que quieren, especialmente en días de lluvia, cuando incluso botan a quienes les reclaman por sus elevadas tarifas que más parecen interdepartamentales.
Se destaca la limpieza, lo cual alegra porque al bajar de otros vehículos muchas veces hasta sentados, porque como ya no hay voceadores, la pobre gente se cae por cerrar la puerta, los ternos y la ropa deben ir directo a la tintorería; el barro seco de la lluvia, un chicle pegado en el asiento y tantos otros elementos deterioran nuestra vestimenta. No se trata de molestar o criticar a alguien, respetuosamente mencionamos esto porque afecta a los ciudadanos. Con un pequeño esfuerzo podemos vivir mejor, no es mucho trabajo el barrer o limpiar, aunque sea con un trapo húmedo los asientos, el vehículo, ventilarlo y dejarlo como para la gente, no está yendo allí ganado.
Bueno, sigamos, el Pumakatari comienza su ascenso hasta Pampahasi y lo hace por calles vacías, donde no están otros vehículos de transporte público, no hace competencia, a nadie quita pasajeros. Lo más bello del paseo es la vista de nuestra hermosa La Paz, sus cerros, casas, edificios, ciudad de la que nos sentimos orgullosos los paceños. Aquí podemos apreciar cuánto ha crecido, está prácticamente unida con El Alto mediante un sinnúmero de casitas que cubren las montañas y las pintan de color ladrillo.
Es importante destacar que las paradas están muy bien ubicadas, sincronizadas las salidas y llegadas, las cebritas a lo largo de camino, y tienen controles, música ambiental, comodidad, así se vaya de pie, una buena velocidad. La habilidad y destreza de los conductores recuerda lo que sucede en el exterior en paseos con vehículos muy parecidos a nuestros Pumas.
Ya en la cima comienza el descenso hacia Villa Salomé, esto es lo más bello, la otra cara de la moneda, algo de nieve en las serranías y las hermosas montañas que van acunando a la Zona Sur, Chicani, Alto Irpavi, etc. Probablemente muchas veces manejamos y transitamos por estos lugares, pero desde un Pumakatari se los ve incomparables.
El paseo de retorno comienza en la última parada y en otro Pumakatari, a lo mejor sería interesante un poco más de ventilación, considerando que el ingreso al otoño y el invierno traerá consigo resfríos y problemas respiratorios; es necesario prevenir de alguna forma porque las personas generalmente no tienen cuidado, tosen y estornudan hasta en la cabeza y cara de la pobre gente.
Por lo demás y como experiencia de paseo, resulta muy placentera y agradable; los paceños debemos sentirnos felices de cuantas mejoras se realicen, es por nuestro bien, cuidemos lo que tenemos, sigamos avanzado. La Paz, bella como ninguna, metrópoli con montañas, quebradas, valles, llanos, altiplano. La Paz maravillosa, vamos juntos y unidos que nuestra Bolivia nos espera.
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