A menor producción mayor dependencia

Tenemos que tener conciencia de que se vive en un país pobre y subdesarrollado, pero rico en posibilidades, con riquezas ingentes, con grandes perspectivas de desarrollarse, con posibilidad de ingresar a los mercados internacionales con producción que tenga valor agregado. No actuar conforme a principios y normas de trabajo, eficiencia, eficacia, honestidad y sentido de responsabilidad, es complotar contra todo el país, es automarginarse del desarrollo y el progreso; es, finalmente, contradecir lo que se dice en la política partidista.

Nuestro país es poseedor de todas las condiciones para salir de su postración; pero no hay la capacidad ni la gestión gubernamental necesarias para emprender o, mejor, encaminar políticas apropiadas para cumplir lo que, bien sabemos, podríamos hacer y no lo hacemos. Observamos una especie de preferencia por el estar y esperar; hay inclinación severa por la dependencia y hay, quiérase o no reconocer, incapacidad para adoptar políticas que permitan vencer las limitaciones. Este tipo de actitudes es contagioso porque impide al mismo pueblo que se sacuda, se desentumezca y actúe con más sentido de producir y emprender acciones para vencer lo que posterga y reata al subdesarrollo.

Desde el año 2006, pese a los pregones gubernamentales, se debe reconocer que prácticamente se ha paralizado buena parte del sector productivo y para el mismo sector de hidrocarburos, que ha sido “nacionalizado”, lo que se hizo es cambiar textos de contratos para que las empresas extranjeras continúen en su labor de explotar los yacimientos de gas y petróleo; pero no se ha dado pasos para que esas empresas, conjuntamente YPFB, inviertan en labores de prospección, exploración y explotación de nuevas áreas hidrocarburíferas.

Vivimos convencidos de que en nuestro territorio hay mucho petróleo y gas, pero no se hace lo suficiente para establecer la verdad. Nos contentamos, hace años, con la falsa premisa de “poseer más de 52 trillones de metros cúbicos de gas” y también nos resignamos a que la cifra había sido alterada, adulterada y que sólo estaríamos en los 9 y fracción de miles de millones de metros cúbicos. ¿Qué se hizo en tanto tiempo? Pero las empresas continúan explotando lo que ya estaba en producción -casos de los campos San Alberto y Margarita, que debieron quedar en poder de la empresa estatal del petróleo-.

Mientras no produzcamos más, mayor será nuestra dependencia; ya vivimos la tragedia de importar alimentos y todo lo que podríamos producir. Pensar en estos extremos y en lo mucho que podría hacerse, debería ser una misión que se imponga el Gobierno y no estar a la expectativa sólo de lo que se podrá hacer, como viviendo una ilusión que podríamos decir imposible de concretar. Quienes están inmersos en proyectos y campañas electoralistas deberían pensar y programar lo que debe hacerse en el inmediato futuro y no esperar lo lejano, puesto que serán fuerzas políticas diferentes las que encaren sus realidades en su tiempo.