Medidas recientes en Zofra Cobija:
Un antiguo dicho asegura que “sobre llovido, mojado”, es decir que las desgracias jamás llegan solas. Esta situación es la que se vive en Cobija, donde las inundaciones mantuvieron a todos en vilo, lo que se agrava por la actual subida de precios en artículos básicos, como ser el agua filtrada.
El sistema de distribución de agua potable, por su tiempo de servicio, no logra entregar agua que sea consumible directamente, salvo para quienes no les queda otra alternativa que beber el agua contaminada del río, que es la fuente de alimentación para Cobija. Gran parte de la población consume agua filtrada que se vendía hasta hace poco en 10 bolivianos los 20 litros. Pese a que la ciudad es pequeña, el taxi, realizado en motos cuesta 4 bolivianos. Tal vez una de las ciudades más caras del país, Cobija ha crecido en la última década gracias a una idea que resultó ser triunfadora, la existencia de una zona franca, que al revés de las demás en el país, abarca todo el radio urbano y permite desarrollar industria y comercio sin impuestos y en cualquier parte de la ciudad.
A estas alturas del comentario, de seguro usted se pregunta qué tiene que ver el costo de la vida el agua y la zona franca de Cobija. Alguien me enseñó que lo mejor es el enemigo principal de lo bueno y en Cobija verán que eso es del todo cierto. Hace ya un par de años muchos funcionarios gubernamentales que antes jamás habían puesto los ojos sobre el norte del país, observaron que en Cobija había un comercio y una industria florecientes, que provocaba la migración sostenida más alta de Bolivia, y el crecimiento de un pueblo, que se convirtió en ciudad en apenas diez años.
Se razonó que era el momento de que estos comerciantes e industriales que por lo visto lucraban, debían pagar impuestos. Las zonas francas se las crea para lograr acumulación de capital, y para que el capital concurra a estos lugares, las zonas francas están libres de impuestos, por el tiempo de su duración. Eso ya cambió en Cobija.
Sin embargo, estos “mejoramientos” de lo bueno no pararon ahí. El control de la zona franca está entregado a una administración, cuya única tarea es registrar y controlar las internaciones de mercadería a la zona franca y que por ese trabajo cobraba primero un 1% y hasta hace poco un 1,5%. Lo interesante es que el monto a pagar no se trata de una tasa, es decir de un tributo, sino de un derecho de ingreso. Para que se hagan una idea, cada año ingresa a zona franca Cobija más de 1250 millones de bolivianos en mercaderías diversas.
A mentes brillantes y bien intencionadas, se les ha ocurrido subir ese monto del 1,5% al 5% y para esto han promulgado un decreto supremo. La consecuencia inmediata es el alza de los precios. El agua de la que hablamos en principio ya subió a 11 bolivianos. El taxi está de subida a 5 bolivianos, el pan también en alza y muchos otros artículos. Más allá de las intenciones de movilización del pueblo pandino para la derogatoria de este decreto bien intencionado, es un hecho que su primer efecto ha sido provocar un alza que ya no la para nadie y que está provocando un daño inmenso no a los millonarios del comercio, sino a las personas que cada día deben juntar centavos para sobrevivir. De buenas intenciones está empedrado el camino al infierno, dice el dicho, y los cobijeños lo sufren en carne propia.
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