Ocho de cada 10 hogares sufren violencia intrafamiliar en D-8

La directora del Consejo de Salud Rural Andino, Irma Condori, explicó que ocho de cada 10 hogares del Distrito 8 visitados por esta entidad sufren por violencia intrafamiliar.

Según la entrevistada, esta instancia fue la base para que, mediante un trabajo de salud desarrollado puerta a puerta en el D-8, se logre identificar que una de las mayores problemáticas en la salud mental y de convivencia social es la violencia intrafamiliar en la que viven los ciudadanos.

En la mayoría de los casos se constata que menos del 1% de las mujeres conocían sus derechos sexuales y reproductivos y muchas de ellas en una cantidad de menos del 5% reconocía o identificaba algunos actos de violencia en su contra, porque presumía que este tipo de conducta en convivencia era normal tomando en cuenta que cuando eran hijos o hijas también fueron parte de un núcleo de violencia.

“Es por eso que la película demuestra no sólo el desconocimiento de la norma, sino al mismo tiempo la conducta de las mujeres cuando no identifican la violencia o ven la misma como un tipo de comportamiento ‘normal’, por ejemplo cuando ven que los empujones, pellizcos o si alguna vez reciben un sopapo, es calificado como normal o que no reconozcan como hecho de violencia psicológico cuando tienen restringido que no puedan visitar a sus seres queridos, fuera de los cuatro tipos de violencia que se son recurrentes”, explicó la experta.

“El apoyo psicológico fue una de las técnicas que permitió que se logre captar profesionalmente la realidad por la que viven muchas mujeres al interior de sus núcleos familiares, donde la violencia es un comportamiento permanente. Asimismo, se rescata el origen que la violencia que no necesariamente se debe ver como la sola conducta del varón, sino con la posibilidad de ver la conducta de la masculinidad como el resultado de un proceso violento quienes crecieron en un mismo circulo de violencia y que lo único que hacen es repetir dicho comportamiento”, añadió.

El miedo es uno de los comportamientos propios de las víctimas de violencia, lo que, por ejemplo, se demuestra en uno de los casos, cuando la mujer se olvida de su propio espacio y respeto a sí misma, cediendo a que pueda permitir pasar por algunos riesgos en contra de su propia integridad. “Tal es el caso de una mujer que prefiere dormir en la calle hasta que su marido cuando llega en estado de ebriedad se duerma y poder recién ingresar a su morada sin hacer bulla a hurtadillas con sus hijos, por miedo a ser golpeada”, detalló.

Una enseñanza machista y patriarcal que evita que el hombre no demuestre sus sentimiento, aspecto que se convierte en una forma de ocultar sus emociones, las cuales pueden ocasionar que se llegue a desfogar sus frustraciones sólo cuando las personas se encuentren en estado de ebriedad, siendo este el factor en la mayoría de los casos denunciados de violencia intrafamiliar, cuando el varón o ambos se encuentran en estado de ebriedad.

Por lo tanto, se identifica la conducta de la violencia en el hombre como un círculo vicioso, cuando el mismo está impedido de mostrar sus emociones por estar criticado socialmente y al tratar de ser el más fuerte, ocasiona a que los mismos sólo lleguen a expresar el desahogo de sus frustraciones contra la mujer o sus hijos, ocasionando en esa conducta los grados de violencia.

En consecuencia la educación impartida desde los hogares y la construcción social de cómo se debe comportar los varones y las mujeres cuando forman sus núcleos familiares podría ser uno de los factores que origina las conductas violentas de uno o ambas personas en el interior de sus hogares, ocasionando una mayor crisis en la formación de sus hijos e hijas ante la tolerancia en la que deben vivir.

Asimismo, se denuncia que la creación de la Ley 348 si bien ha generado mayor demanda en las denuncias de violencia intrafamiliar la misma no está siendo funcional  para atender todas las imputaciones y que por el contrario se ha creado un proceso de burocratización. Además de que las víctimas de este flagelo puedan priorizar su salud familiar y personal, antes que tomar en cuenta la aceptación o rechazo del entorno cuando decide denunciar los hechos de violencia.