Chile siempre nos ha utilizado en el marco de sus intereses geopolíticos. Desde 1879, año de la invasión anglo- chilena a nuestro Litoral, nos ha manipulado mediante su habilidosa diplomacia, para minimizar la demanda marítima. Y ahora, con la nueva administración gubernamental que fue inaugurada hace poco, resulta que está dispuesto a reanudar el diálogo, sobre diferentes tópicos que atañen a las relaciones bilaterales boliviano-chilenas, pero excluyendo el tema marítimo, porque éste radica, desde abril del 2013, en la Corte Internacional de Justicia de La Haya y es donde se debería tratar, según argumenta.
“En el pasado privilegiamos los 13 puntos, pero claro, una vez que uno de esos 13 puntos está en La Haya, es evidente que ahí tiene que continuar el tratamiento de ese punto. Es perfectamente posible que podamos retomar el diálogo frente a los otros puntos que son muy importantes para ambos países, pero creemos que tiene que ser un diálogo sin condiciones”, dijo la presidenta chilena Michelle Bachelet, el 13 del presente mes, según la prensa nacional.
En consecuencia la política diplomática evasiva chilena, respecto a la demanda marítima, fue nuevamente ratificada, ahora por la señora Bachelet. Una vez más el propósito boliviano de recuperar su soberanía sobre el Pacífico, con base en el diálogo, fue objeto de escarnio por el país vecino.
Entonces no tendría sentido el diálogo boliviano- chileno sugerido por la señora Bachelet, si por medio no se incluye el asunto del enclaustramiento, tan sensible para Bolivia.
Similares conceptos fueron reiterados el 17 de marzo del año en curso, por la presidenta Bachelet, conforme se lee en el diario El Mercurio. Dijo ella: “Espero tener la mejor relación con el presidente Evo Morales y si el Gobierno boliviano estimó que debía llevar el tema del mar a La Haya, es el lugar para verlo”. Ésta y la anterior declaración de la señora presidenta corroboran que Chile no tiene la voluntad política para abordar puntualmente con Bolivia aquel centenario problema, que se ha constituido en la manzana de la discordia, que alienta la animadversión boliviano-chilena.
Por lo visto el gobierno que preside la señora Bachelet ha marcado su posición en relación con Bolivia. Este será el patrón, en el futuro, para cualquier intento de aproximación entre los dos países. Es decir diálogo sin tomar en cuenta el espinoso asunto marítimo que incomoda a gobernantes y gobernados del país vecino.
Chile ni con la señora Bachelet ha cambiado ni tiende a cambiar de mentalidad en relación con nuestro encierro geográfico. Es que se ha aferrado al territorio que nos usurpó en 1879 recurriendo a la invasión militar, que contó “con el respaldo inglés, reflejado en su flota de guerra, armamento e inclusive uniformes” (José Gamarra Zorrilla: “Inquietudes socio - políticas y económicas”, La Paz – 2001, página 566).
En suma: Bolivia debe reanudar el diálogo con Chile priorizando, fundamentalmente, el tema marítimo, que representa, hoy como ayer, el supremo objetivo nacional.
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