El uso político de la justicia

Vivimos las consecuencias del poder personalizado, de aquel poder ejercitado por las personas de una manera totalmente discrecional y que tienen como objetivo final, permanecer ilimitadamente en el poder. A continuación van los ejemplos conducentes a una constatación razonable:

El presidente Evo Morales quiere una Ley Minera rápida, en sólo tres días. Desea que la Asamblea Nacional apruebe un proyecto de ley que seguramente le han redactado y que ahora soporta el rechazo de organizaciones sociales de todo un Departamento.

El vicepresidente Álvaro García Linera, quien revelara en 26 de marzo el profundo contenido de rectitud que profesa, quiere que se haga dos juicios: uno contra Fabricio Ormachea, oficial de policía y otro contra Marcelo Soza, exfiscal.

EL DESVÍO CONSTITUCIONAL

Lejos de semejantes manipulaciones, ellos tendrían que estar en sus específicas funciones, el uno tal vez ejecutando las líneas maestras que recibe de la Asamblea, y el otro, recibiendo las exigencias que vienen de la sociedad para su respectivo debate, sin impartir órdenes que no tienen contenido alguno.

El socialismo del Siglo XXI necesariamente pone las cosas en su lugar, sobre todo con la experiencia de Cuba que ahora busca la inversión privada, en tanto que el uso político de la justicia provoca la explosión del sentimiento nacional; dado que no veremos una sentencia que perjudique los intereses del Gobierno. Las libertades civiles se esfuman día a día. El sistema judicial ha sido destruido y se lo utiliza como herramienta de persecución y no como una herramienta de la democracia. Y, atención, a no olvidar que es preciso ¡salvar la justicia!, con técnicas de organización coherentes y realistas.