No es intangible el Tratado de 1904

Bolivia no cedió soberanía de sus territorios a Chile. La soberanía marítima es intangible. El tema marítimo es asunto de Estado. La posición nacional ha sido siempre firme e insinuante, la postura chilena es constantemente engañosa, con posturas dilatorias e incumplimiento de acuerdos bilaterales. Chile ha violado sistemáticamente los tratados y acuerdos que tuvimos desde 1865, no cumple compromisos, como la construcción de la vía férrea entre la ciudad de El Alto y Arica. Tampoco existe solución para el conflicto por el desvío de las aguas del río Lauca y el uso gratuito que hace el país vecino de las aguas del Silala, que están en el cantón Quetena, provincia Sur Lípez de Potosí. Además existen problemas constantes en relación con la salida del comercio boliviano por puertos chilenos.

Desde el Tratado de 20 de octubre de 1904, firmado por imposición chilena que puso fin a la llamada Guerra del Pacífico, los bolivianos tenemos en mente y corazón una meta que se transmite de generación en generación, la reivindicación marítima, la recuperación del Litoral usurpado, cuando la fuerza bruta era ley suprema de las naciones y el vencedor sometía sin escrúpulos al vencido. Primaba el triunfalismo, la imposición, las bayonetas, como ocurrió en la negociación y suscripción del tratado que debe ser revisado por necesidad indeclinable e incumplimiento fragante. Y no es cierto que Chile nada le debe a Bolivia, al decir que renunció “voluntariamente” a su Litoral mediante ese tratado que legaliza la usurpación a cambio de una miserable suma de 300.000 libras esterlinas.

Luego del abrazo de Charaña entre Hugo Banzer y Augusto Pinochet se supo que el militar chileno deseaba una provincia potosina a cambio de darnos un corredor al norte de Arica, un miserable retazo de costa inservible para puerto. La mandataria Michelle Bachelet en su primer gobierno, supuestamente, ofreció 28 kilómetros de costa en la provincia ubicada al sur de Tarapacá, la Caleta Vítor hasta la quebrada de Camarones al norte de Iquique. El ex presidente Sebastián Piñera consideró excesivo el avance.

Bolivia si bien cuenta con acceso a puertos internacionales como Puerto Rosario en Argentina, Puerto de Ilo en Perú, río Paraguay y la hidrovía Paraguay-Paraná en la Cuenca del Plata, Puerto Quijarro para llegar al océano Atlántico, empero no constituyen una salida soberana para el comercio boliviano.

Si se concretaba aquel convenio de integración “bioceánica” entre Bolivia, Brasil y Chile atravesando carreteras de territorio boliviano para unir el Atlántico con el Pacífico, el país trasandino hubiera obtenido enormes ventajas para sus puertos de Arica, Antofagasta, Iquique, ya que aumentaría su comercio de carga y movimiento y Bolivia incauta iba a ser espectadora de dos naciones progresistas.

Panamá hace años recurrió a la conciencia internacional, demostró con cifras el rendimiento económico del Canal y EEUU aceptó un acuerdo satisfactorio con la pequeña república. En el siglo pasado, el bárbaro emisario canciller Abraham Konig, ministro plenipotenciario de Chile, le escribió al canciller boliviano Eliodoro Villazón la siguiente nota: “Chile ha ocupado el Litoral y se ha apoderado de él, con el mismo título con que Alemania anexó al imperio la Alsacia y la Lorena y los Estados Unidos ha tomado Puerto Rico, retenemos el Litoral boliviano. Nuestros derechos nacen de la victoria, la ley suprema de las naciones, que el Litoral es rico y vale mucho millones, eso ya lo sabíamos, Lo guardamos porque vale, que si nada valiera, no habría interés en su conservación”.

Habrá que sostener que los tratados no son intangibles cuando existe voluntad política y se piensa que la integración es la solución de las demandas históricas. Es necesaria la revisión para acabar con tratados injustos incumplidos. La diplomacia chilena cierra filas cuando se trata de abordar el reclamo boliviano argumentando constantemente que los tratados son intangibles, pero cuando le toca tratar diferendos con otros países su actitud cambia.

Mientras la posición boliviana es verídica, la postura de Chile es engañosa, pues afirma estar dispuesto a dialogar y negociar, pero deja en la incertidumbre su respuesta cuando se aferra al respeto al Tratado de 1904. Nosotros insistimos en el estricto cumplimiento de este convenio y su reforma de 1907.