José Luis Urdininea Melgar
I
De acuerdo con la ley de creación de la Empresa Siderúrgica Mutún (ESM), es la institución estatal que en representación del Estado plurinacional boliviano, tiene como objetivo principal la planificación del sector siderúrgico en el país, contando para el cumplimiento de este objetivo fundamental con autonomía técnica, económica, financiera, administrativa y legal para manejar el yacimiento ferro-manganeso integralmente, aunque se le asignó el control y seguimiento del contrato de riesgo compartido -rescindido- suscrito con la empresa Jindal Steel Bollvia S.A., en representación del concesionario Jindal Steel & Power Limited de la India.
Si nos atenemos a la entrevista concedida por su actual presidente ejecutivo, Luis Alberto Padilla, a la revista Energy Press, publicada en el No. 683, el Estado plurinacional boliviano, a través de la “E.S.M.”, habría decidido un cambio tecnológico drástico en su proyecto de instalar una metalurgia, reducción y siderurgia, utilizando el metano (CH4) reformado del gas natural, para sustituirlo por la tecnología del alto horno, utilizando como reductor (eliminación del oxígeno de los minerales oxidados de hierro), el carbón vegetal ( para lo que se necesitan ingentes cantidades de este insumo productivo, 1.5 TM por TM de mineral de fierro) o carbón coke siderúrgico, importado (1 TM por TM de mineral de hierro).
Según José Padilla, la ESM comenzó acciones de socialización en la provincia Germán Busch y el Chaco, para que las comunidades de estas zonas se conviertan en productoras de carbón vegetal que servirá para el uso en los altos hornos siderúrgicos que eran de propiedad de la empresa brasileña EBX, instalados en la zona franca de Puerto Suárez, para lo que le es prioritario a la empresa estatal adquirir dichos hornos, para ser implementados en el nuevo complejo siderúrgico.
Al cambiar de tecnología -de reducción con gas reformado a alto horno- usando como reductor carbón vegetal, en vez de la reducción directa con gas natural, podríamos llegar a la conclusión de que no existe, actualmente, la suficiente producción de gas natural, excedentaria, para atender al declarativamente prioritario mercado interno (todavía restringido) y los mercados de exportación: Brasil y Argentina, en ese orden ya que las declaraciones del presidente de YPFB, en la audiencia pública del 16 de enero, sostienen que en el presente año se necesitarán 11 millones de M3/día para el mercado interno; 30.5 millones de M3/día para el mercado brasileño y 17.5 millones de M3/día, promedio, para el mercado argentino y hasta fin de año, 19 millones. Adicionalmente, se ha cerrado otro contrato, interrumpible, de compra venta por 2.2 millones de M3/día de gas por 20 días , con Petrobras, lapso en que se ha concretado un contrato, interrumpible, de marzo 2014 a diciembre de 2016 para la termoeléctrica de Cuiabá (Brasil) (Energy Press No. 685 pag.3), o sea que las ventas comprometidas en firme con Brasil y Argentina suman 51.7 millones de M3/día al que, si agregamos la demanda interna de 11 millones M3/día, hacen un compromiso ineludible de producción y venta de 62,7 millones de M3 /día, contra un objetivo nacional de producción máximo de 64.54 millones de M3/día, es decir, con un mínimo excedente de 1.8 millones de metros cúbicos/día, o sea el 2.78 % de lo que Bolivia espera producir el 2014, cifra muy ajustada.
La máxima autoridad de YPFB agregó que, en la gestión 2013, se ha producido en promedio 56.3 millones de metros cúbicos/día (Energy Press No. 681, pág. 7). A su vez el Viceministro de Industrialización, Transporte y Comercialización dijo que: “Bolivia llegaría a exportar aproximadamente cerca de 53 millones de M3/día en la siguiente forma: Contrato GSA (Brasil) 31.6 millones M3/Día; Argentina 19 millones M3/día; demanda interna, bordea los 10 millones de M3/día…. Llegaremos a procesar 63 millones de M3/día, esto genera certidumbre para la gestión 2014 “(Reporte Energía No. 116). Sin embargo, el estudio técnico realizado por el Ing. Geólogo Daniel Centeno Sánchez despejaría esta natural duda al sostener que con las actuales reservas probadas al 2013 de 8.23 TPF, según información del Vice ministerio de Hidrocarburos, Bolivia tendría reservas para 15 años, con un uso promedio anual de 0.57 TPC/año considerando sus reservas y consumo total, estáticos -posición teórica- (Energy Press No. 684, pág. 10), sin contar las reservas probables y posibles, aunque éstas necesitan estudios complejos de: geofísica, geoquímica, estratigrafía, sísmica, magnetografía, perforación de pozos de exploración que requieren grandes inversiones y tiempo para pasar las probables y posibles a probadas. Quizá, razones estrictamente económicas -maximizar el beneficio económico- sin importar los daños colaterales sociales y medio ambientales han inducido este cambio de tecnología, o más aún, venderle a Argentina a un precio del último trimestre atrasado, sin riesgos de modificaciones apreciables en el mediano plazo ya que, definitivamente, la siderurgia con carbón vegetal o mineral (siempre que se sea productor y no importador), es más barata que con gas natural, prueba de ello es la siderurgia brasileña, en el primer caso y, en el segundo, la europea, China y americana. El mayor lucro está por encima de los mayores daños medioambientales y el cambio climático. Típica filosofía del capitalismo salvaje.
Descartada la aparente carencia y producción de gas - aunque se está en el límite- como causa de la decisión de cambio de tecnología de reducción con gas natural a carbón vegetal y/o coke siderúrgico importado (sin conocer su costo y su influencia en el costo total), en alto horno, la única explicación lógica sería que el Estado plurinacional, al mejor estilo capitalista, ha preferido el mayor ingreso generado por la venta de gas a la Argentina -al precio de US$ 10.16 el millón de BTU’s - que explicaría la aseveración del ministro de Finanzas a un programa televisivo cuando dijo “… con el capitalismo estamos construyendo el socialismo…” -cuyas necesidades son perentorias por al menos el mediano plazo, hasta que pueda desarrollar sus propios yacimientos convencionales y los de enquisto, frente a una posible venta a la propia empresa estatal boliviana -a un precio muy inferior al del promedio de exportación, por una decisión política- pero ni Jindal ni la ESM no industrializarán el gas sino el hierro, y por consiguiente las pérdidas de ingresos para el erario nacional serían cuantiosas.
Recuérdese que a la Jindal se le ofreció vender el millón de BTU‘s a US$ 3.91, ajustable mediante una fórmula, por el lapso de 40 años. Es más, cuando la Jindal hizo su pedido en firme de provisión de gas natural a YPFB de 3 millones de M3/día, iniciales, para llegar, gradualmente, a ocho millones de M3/día al sexto año, la entidad estatal de hidrocarburos no le contestó.
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