POEMAS Y LIBROS
En obsequio a la justicia y a la equidad el Papa aprehende profundamente la realidad actual de la mujer y, por ese sentimiento tan honesto, se distancia notablemente de sus antecesores, con dichos y hechos: “es necesario el nombramiento de cardenales mujeres”,” una Iglesia pobre para los pobres”, me duele que la mujer realice actividades de servidumbre y no de servicio”.
Su fuera de la regla común sensibilidad y memoria retentiva de sus orígenes precarios, que mantiene día a día presentes y activos, estructuran en sus acciones una decidida necesidad de reformas coincidentes con las de la sociedad actual, de la juventud y de la esencia primigenia de la Iglesia… y lo está haciendo en tan corto tiempo de pontificado.
Un hombre como el Papa, que ha superado el estigma del machismo puede equilibrar esta situación actual de la mujer con imparcialidad absoluta y una ecuménica comprensión de la justicia, igualdad y equidad que debe arbitrar la relación entre géneros.
El Derecho es el sistema jurídico más idóneo para preservar el orden, la justicia debe velar para que ese orden se mantenga invariable, actualizado y perfectible según los requerimientos de las sociedades actuales; los códigos sustantivos t procesales obsoletos retrasan el progreso de la legitima aspiración del ciudadano a la justicia, basada estrictamente en la norma jurídica, su aplicación correcta y exenta de corrupción y de retardación de la misma que niega al desamparado litigante la garantía del debido proceso y la solución de la controversia en los plazos procesales estipulados en el respectivo ordenamiento procesal.
Tal es, según esto, la naturaleza de la injusticia, y el Papa quiere evitar que la injusticia reduzca a las sociedades a la impotencia y que ningún ciudadano del mundo crea en la justicia. El Papa desea fervientemente que los que creen en la justicia estructuren en sus espíritus la convicción inquebrantable y sostenible que les impida perjudicarse recíprocamente y mientras exista discriminación hacia la mujer se la está perjudicando en la realización de sus individuales propósitos. Mientras persista esa tesitura no declarada pero activa en la mayoría de los hombres, se seguirá ignorando que la justicia es una virtud y la injusticia un vicio del alma, que el hombre a través de una consciente reflexión y acción a demostrar con hechos, debe transformar ese vicio en virtud.
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