Lo que ocurre en Venezuela llega a los peores extremos porque resulta ser todo el pueblo víctima de la insanía del régimen que ha heredado de Hugo Chávez todos los argumentos y condiciones para sojuzgar a la patria del Libertador Simón Bolívar.
Un país extremadamente rico por la explotación del petróleo y el gas; una nación que podía vivir en plena prosperidad y con altos índices de progreso; un pueblo que podría contar con los mayores adelantos de la tecnología, la ciencia y los medios para construir y operar grandes industrias que satisfagan las necesidades internas y tenga grandes excedentes para la exportación, está postrado por causa de un régimen despótico que ha perdido toda noción de respeto a la dignidad humana.
El presidente venezolano, con ayuda incondicional de las Fuerzas Armadas, ha violado todo lo que la Constitución y las leyes establecen, porque el pueblo pasa hambre y necesidades de toda clase, vive sojuzgado por las fuerzas represivas, ha perdido totalmente el derecho a expresarse por los medios que han sido clausurados y los medios oficiales no le permiten decir ni una palabra. Pasa hambre y urgencias primarias del ser humano al extremo de no contar con los artículos de primera necesidad y no tener ni papel higiénico, que es elemental en cualquier situación.
Los venezolanos viven azotados por el terror que desencadenan las fuerzas militares y los organismos represivos del Gobierno y suman muchos muertos y centenares de heridos; nadie vive tranquilo porque está a la expectativa de los extremos que pueda desencadenar el régimen. Las calles se ven invadidas de tanques y carros de asalto que emprenden acciones contra la población manifestante; los carros “Neptuno” causan estragos y los cuadros policiales y del ejército maltratan a los viandantes tan sólo bajo la sospecha de que están conspirando. Las condiciones de intranquilidad, destrucción total de la economía, carencia de víveres y desmantelamiento de sitios de abasto sumen en desesperación a una población que no sabe qué hacer, a qué atenerse ni a quién recurrir en su auxilio porque las organizaciones internaciones si bien protestan por la situación reinante, tampoco hacen algo por frenar los extremos desencadenados.
El Libertador Simón Bolívar, en mensaje al Consejo Constituyente de Bolivia, en 1826, dijo estas palabras que resultaron ser previsoras y de adivinación de lo que podría ocurrir y que hoy pasa en Venezuela: “¡Legisladores! Vuestro deber os llama a resistir el choque de dos monstruosos enemigos que recíprocamente se combaten, y ambos os atacarán a la vez; la tiranía y la anarquía forman un inmenso océano de opresión que rodea a una pequeña isla de libertad embatida perpetuamente por la violencia…”. Esto es realidad en Venezuela porque la tiranía, disfrazada como gobierno democrático, viola todos los derechos humanos y da lugar a la presencia de situaciones anárquicas que tienden a destruir todo el engranaje de legalidad y respeto que debería primar en ese país.
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