Desde sus inicios, la música como el lenguaje han jugado un papel muy importante en el desarrollo de todas las comunidades del altiplano del departamento de La Paz, convirtiéndose en una forma de describir y relatar el mundo y los hechos, para luego dar testimonio a las futuras generaciones de manera funcional y de socialización dentro de sus rituales, explicó el etnólogo Javier Molina.
En este contexto, la música se ha utilizado no sólo para la descripción sino que desde siempre a acompañando la vida diaria de los habitantes, que en algunos lugares aún está regida por el ciclo ritual agrícola, que marca el ritmo de la vida no sólo del hombre sino de todo aquello que tiene vida incluida la música, los instrumentos y la ejecución de los mismos.
"La música, dentro de la comunidad, no es vista desde un punto estético y de consumo, sino como parte de los acontecimientos importantes en los que todos participan y tienen un lugar o una función, y es por eso que existe un instrumento para cada época y un ritmo para cada ocasión", señaló el etnomusicólogo Filemón Quispe.
La música tiene una época que corresponde a las diferentes épocas del calendario agrícola, como las tarkas, pinquillos, mohoseños, ocarinas o todo aquel que tenga "pico" (boquilla), pertenecen al "Jallu pacha", época de lluvias o época de la mujer, por representar la fertilidad de la tierra y de la cosecha, razón por la que los bailarines y músicos se adornan con flores y frutos.
Esta época también es la de la formación de parejas nuevas, que comienza con Todos Santos, tiempo en el que se hace el cambio de instrumentos y música, para melodías más festivas con las que los jóvenes se conocen.
“Son varias las festividades que son acompañadas de música y que describen en su interpretación y su danza una ritual, y se transmiten de generación en generación. Una de las más conocidas es el Anata que conocemos como carnaval, donde tocan tarkas y mohoseñadas, donde los bailarines y músicos están adornados con flores. Representa el afloramiento de las siembras y la cosecha de las mismas, los pinquillos tienen otras características y acompañan a la formación de nuevas parejas de jóvenes que se conocen en esta fiesta. Luego de la cosecha acompañara también la repartición de nuevas tierras a los nuevos matrimonios”, manifestó Quispe.
Entre otros ejemplos, está la Phuna que es característica de Copacabana, donde los jóvenes hacen competencias entre comunidades, esta se da con el primer fruto o la primera flor de la papa que es challada en los mismos surcos, por lo que en representación del ritual, este ritmo se baila en filas de uno, simulando el paso por los surcos.
También en Puerto Pérez se ve el Chayaway Anata que se da y coincide con la challa de los ganados y las tierras. Los ahijados van a visitar a sus padrinos con esta música, con una tonada exclusivamente social. Al igual que waycheños que suenan después de la cosecha, por abril, anuncian una nueva distribución de las tierras.
“Estas ceremonias, en los últimos años, ha tomado otro color, ya que antes por la forma de producción, se redistribuía la tierra para que una parcela descanse mientras otra producía, sin embargo ahora la tierra produce todo el tiempo, así que se ha perdido parte de la ritualidad y con esto también ciertas melodías", manifestó el recopilador de música étnica, Eulogio Yari.
De la misma forma, con la fiesta de 3 de Mayo o de la Cruz del Sur comienza el descanso de la tierra y con ellos la época seca o época del varón, donde se cambiara de instrumentos, por aquellos que están hechos de caña, como el siku o las quenas.
"Se interpretan los instrumentos de tubos abiertos, la noche de tres de mayo es una de las más importantes, hay músicas en todas las comunidades, en Charazani están los kantus, ritmo cadencioso que se identifica por su armonía de quintas paralelas y sincopa, en la provincia Camacho tenemos el sikuri mayor o sikuris de italaque", manifestó Yari.
Según el investigador fuera del departamento de La Paz se tiene una de las fiestas más importantes de la época seca en el norte de Potosí, la del tinku o encuentro en la que las comunidades salen con música de jula jula, sikuras y roleanos, que desatará una pelea entre comunidades, donde se da el robo de las muchachas, quienes tendrán cintas de colores y espejos en su sombrero para encandilar a los hombres.
Muchas de estas festividades han ido desapareciendo con el desarrollo de las comunidades y sus nuevas formas de economía, que han dejado de lado la agricultura, sin embargo, por su transmisión han migrado hacia las ciudades cambiando su ritualidad.
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