Menudencias
Dice la sabiduría popular que para partir el palo, no hay mejor cuña que la del mismo palo. Lo está probando el gobierno, puesto en jaque por los cooperativistas mineros, sus hasta hace poco aliados políticos “incondicionales”, aunque la sinrazón de sus exigencias hace aún que sus movilizaciones sigan aisladas en la soledad de los caminos.
Si lo que piden fuera justo y razonable se sumaría a la cantidad de problemas sin resolver y sus movilizaciones habrían llevado ya al gobierno al abismo. Pero paradojas de la política criolla, el lío sirve de cortina de humo a temas de fondo como las inundaciones en Beni, los escándalos de corrupción, las denuncias de extorsión e injerencia en la justicia o las pugnas internas de poder.
Mal que pese, el de los cooperativistas es nomás tema obligado porque al fin y al cabo es problema de todos. Es que pone en evidencia la forma en que se supeditan principios y el interés del país al afán de ganar votos y apoyo político. Porque no hay explicación lógica a todo lo que se les ofreció a los cooperativistas, al punto de generarles expectativas que consideran ahora derecho adquirido.
Por mucha incapacidad técnica y jurídica o escasa formación ideológica de quienes redactaron ese proyecto, la responsabilidad última es nomás del Presidente que lo aprobó implícitamente al enviarlo al Legislativo instruyendo aprobarlo sin cambios. No es dable suponer que el jefe del gobierno no lo conocía a fondo, que no lo había analizado o al menos conversado en sus detalles con sus colaboradores. Sobre todo porque la norma tiene fuertes connotaciones ideológicas y se dijo que su redacción, demorada tanto tiempo pese a su importancia, había sido negociada y consensuada durante tres años.
Cuesta creer, entonces, que uno de sus ministros reconozca públicamente, con transmisión televisiva directa al país, que el proyecto tiene “equívocos” y anuncie que “todo vuelve a fojas cero”, que se lo redactará de nuevo en consulta con todos los sectores sociales y que “como gobierno no vamos a ser ni cómplices ni encubridores para permitir el saqueo ni la enajenación de nuestros recursos naturales”.
Y cuesta entender que menos de 24 horas después, otro ministro anuncie que “todo vale”, que no se puede echar al canasto tres años de trabajo y que sólo se negociará los dos artículos que preocupan e interesan a los cooperativistas mineros y cuya inclusión exigen bloqueando caminos y amenazando con derrocar al mismo gobierno al que antes prometieron apoyo.
Sin mucho análisis, ese proyecto tiene muchos artículos para cambiar. Pero antes de hacerlo, lo primero que el gobierno tendría que definir es si transita el camino de respeto a la Constitución y los intereses nacionales o la senda del pragmatismo partidario y el interés coyuntural de ganar votos aun a costa de sacrificar doctrina y principios.
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