Por diversas razones, las relaciones con la República Federativa del Brasil se han visto deterioradas en los últimos años, especialmente por el grave problema del narcotráfico, cuyos actores han visto por conveniente utilizar a ese país como “sitio de paso” para las drogas con rumbo a otros países del continente y otros de Europa y África; igualmente, han visto lo “fácil” que resulta la fabricación y transporte de precursores necesarios para la fabricación de drogas.
También hay otros casos sobre refugio de políticos y otros personajes que buscaron asilo en ese país y que no encuentran soluciones que estén acordes con las exigencias del Gobierno boliviano. En este sentido, la diplomacia brasileña -con carrera diplomática profesional y de gran prestigio- ha sido siempre muy estricta en respetar y hacer respetar todo lo que se refiera al asilo de personas en su territorio y ningún gobierno de Itamaraty ha podido soslayar ese trato, por más que no concuerden algunos aspectos con sus políticas partidistas, porque hasta los gobiernos de facto han tomado muy en serio a su diplomacia y han sido estrictos en el cumplimiento de convenios, tratados y compromisos internacionales.
Prácticamente deterioradas las relaciones con Estados Unidos, el Brasil ha quedado como el principal en nuestros relacionamientos no sólo diplomáticos sino, muy especialmente, comerciales, de turismo y cooperación mutua. Son importantes los acuerdos que se tiene en la lucha contra el narcotráfico, aunque, en los últimos tiempos, se habrían deteriorado porque Brasil pretendería tener mayor acción en contra de las drogas y el Gobierno boliviano no vería la necesidad de ello, bastando lo que hasta ahora se ha hecho.
Efectivamente, toda campaña o lucha contra los fabricantes, comercializadores y consumidores de drogas no debe tener fin; por el contrario, deben ser acrecentadas porque el poder de los empresarios de las drogas es absoluto en todo el mundo, tanto por su organización como por sus connotaciones en todos los ámbitos de la población; descuidar esta lucha o tan sólo disminuirla implicaría acrecentar el poder de los narcotraficantes, que tiende a ser mayor en el planeta, por más que en algunos países se “note la baja de consumidores”.
Nuestras relaciones con Brasil son importantes y en ese marco se debería solucionar todos los problemas o diferencias existentes. Es necesario que no haya deterioro alguno en la guerra contra las drogas y cuanto más aumenten las acciones, más campos se abrirán para que la cooperación y la amistad entre ambos países sea mayor, inclusive teniendo en cuenta que el Brasil es el más importante inversionista en diversos aspectos de nuestra economía y comercio, especialmente en labores de prospección, exploración y explotación de nuevas áreas petrolíferas.
Por supuesto, habrá que evitar acciones de injerencia, que las hubo en todo tiempo por parte de algunos gobiernos y entidades brasileñas que por nuestras extensas fronteras han sabido aprovechar oportunidades.
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