Nada se crea, todo se transforma

Allá por el año 1500 el filósofo griego Heráclito de Éfeso decía: “Nada se crea, todo se transforma, no podemos bañarnos dos veces en la misma agua de un río”.

Las transformaciones son permanentes, hechos que se produjeron en la historia, se transforman continuamente. En nuestro país se produjo una transformación radical con la Revolución del 9 de abril de 1952, con su instrumento político el Movimiento Nacionalista Revolucionario MNR, liderado por el Dr. Víctor Paz Estenssoro, el Dr. Hernán Siles Zuazo y el máximo dirigente minero Juan Lechín Oquendo, dando comienzo al proceso de la Revolución Nacional.

Antes de cumplido el mes de la Revolución, se dictó el Decreto Supremo de 1 de mayo de 1952 estableciendo el Voto Universal, con el que se concedía el derecho de ciudadanía al indígena, que hasta entonces había sido considerado un paria.

El 31 de octubre de 1952 se dictó el Decreto de Nacionalización de las Minas, pasando a poder del Estado las minas que pertenecían a Simón I. Patiño, Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hochschild. Patiño era considerado mundialmente como el Rey del Estaño. Todos ellos vivían en el exterior, percibiendo las enormes ganancias que les proporcionaban los minerales del estaño, plata, plomo, zinc y otros, pagando ínfimos impuestos al Estado; ellos ponían los gobiernos, manejaban la Justicia, el Parlamento y el Ejército y la Policía. Se creó Comibol, como organismo del Estado que dirige la política minera, mejorando la economía del país.

Con el Decreto de la Reforma Agraria de 2 de agosto de 1953 se abolió el latifundio, repartiéndose las tierras entre los campesinos.

Merece una mención especial la situación del indígena antes del año 1952, cuando era un semiesclavo, sometido al trabajo gratuito en las haciendas y obligado a trabajar también gratuitamente por turno en las casas de las ciudades de los señores feudales, donde tenía que cumplir todas las tareas, aun las más oprobiosas, llevándose su propia comida y dormiendo en los zaguanes o debajo de las gradas. Desde el 1 de mayo de 1952, con el derecho a la ciudadanía y desde el 2 de agosto de 1953 con la Reforma Agraria se transformó la situación del campesino.

El MNR era una Alianza de clases y por eso por primera vez los indígenas fueron ministros de Estado; recordamos a José Rojas, Salvador Vásquez y a otros que ocuparon cargos de importancia, como José Inturias; se trataba de un instrumento liberador.

Los campesinos tuvieron libertad para organizarse en sindicatos, destacándose como dirigentes en Cochabamba José Torrico, en Potosí Carlos Tórrez y otros en los demás departamentos y provincias del país. Esa fue la semilla que tiempo después iba a germinar y dar sus frutos, permitiendo que un día un indígena llegará a la Presidencia del Estado.

Nada se crea, todo se transforma, nada es estático, todo cambia. Reconocer la Historia es proyectar el futuro.

El autor es abogado.