Janez Potocnik
Por lo general, durante los dos últimos siglos, los países europeos hemos disfrutado de una gran parte de los recursos naturales del planeta. En la actualidad, las poblaciones de otras regiones del mundo han obtenido los medios para competir por los recursos mundiales y mejorar sus condiciones de vida, y somos conscientes de que esto es lo justo. Se espera que la extracción de recursos naturales -metales, minerales, madera, tierra y suelo y agua dulce- en el mundo se incremente en un 75% durante los próximos 25 años.
Ante una alta densidad de población y la escasez de recursos, es fundamental que Europa reduzca su dependencia de los recursos naturales limitados de la Tierra. Europa debe convertirse en una economía sostenible y, sobre todo, en una economía circular, es decir, ecológica.
Nuestras economías actuales son lineales: extraemos o importamos, fabricamos, utilizamos y tiramos. Nada menos que un impactante 80% de lo que producimos se utiliza una vez y después se tira a la basura. En una economía circular, los residuos de una industria se convierten en la materia prima de otra. Los residuos se transforman en un recurso, en una segunda materia prima. Las empresas deben dejar de lado la obsolescencia programada y responsabilizarse del seguimiento, la reparación y el reciclaje de los productos cuando sea necesario. Una ventaja adicional es que de este modo se creará puestos de trabajo en Europa y se revitalizará el sector industrial.
No se trata de un cambio pequeño; supone una transformación importante para el modo en que trabajamos y vivimos. Cambiar de rumbo un barco requiere mucho tiempo, y la economía es el barco más grande que podemos intentar gobernar. Pero ya logramos hacer algo parecido con el cambio climático: los países industrializados reconocieron su contribución a los niveles de CO2 en la atmósfera y se comprometieron a realizar cambios. La Unión Europea asumió el compromiso de reducir las emisiones de combustibles fósiles y de mejorar la eficiencia energética y la cuota de energía sostenible en la producción de energía.
Ha surgido un nuevo dinamismo industrial en torno a la economía de baja emisión de carbono. Nuestras industrias ecológicas han tenido éxito durante los años de crisis. Las empresas dedicadas al tratamiento y reciclado de residuos, al tratamiento y suministro de agua, y a las energías renovables forman parte de los sectores más resistentes y con mayor crecimiento de los últimos tiempos. Existen abundantes pruebas de que el crecimiento económico y la utilización de recursos pueden desvincularse. No se necesita lo segundo para lograr lo primero.
La Unión Europea se ha fijado el objetivo de conseguir que la economía europea sea sostenible en 2050. Nuestra tarea es establecer políticas que faciliten el crecimiento económico, al tiempo que reducen el consumo de los recursos naturales. Este es el motivo por el que estamos trabajando en la revisión de la política de residuos de la Unión Europea. El principal objetivo será detener el derroche de valiosas materias primas secundarias y asegurarnos de que son reutilizadas, recicladas y reintroducidas en la economía europea.
Queremos reducir la generación de residuos y luchar contra los desperdicios alimenticios; asegurarnos de que los residuos reciclados son utilizados como fuente principal y fiable de materias primas; y reservar los vertederos para los desechos que no se pueda reciclar ni recuperar.
Podemos subir a bordo de este barco y prepararnos para un modo de vida que no suponga vivir del tiempo prestado y de unos recursos agotados, y que no exceda la capacidad del planeta.
Debemos adoptar medidas políticas, pero también pequeñas medidas personales. Podemos emprender acciones para reducir los residuos a diario si compartimos, vendemos o donamos lo que ya no necesitemos o si compramos bienes duraderos en vez de artículos de los que nos habremos cansado la próxima temporada.
No vamos a convertirnos en una sociedad en la que el consumo sea algo del pasado. No obstante, es necesario que cambiemos: debemos avanzar hacia una economía circular y dinámica que respete los límites de la naturaleza, aproveche al máximo los recursos naturales, cree puestos de trabajo en las comunidades locales y garantice nuestro bienestar y calidad de vida a largo plazo.
El autor es Comisario europeo para el Medio Ambiente.
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