La Revolución tecnológica del Siglo XXI sorprende y nos deja, a la vez, un halo de “saudades” al comprender que no siempre el pasado fue mejor, como repetían nuestros ancestros.
Todos los campos del conocimiento se postran ante esta nueva majestad que, sin lugar a dudas, altera el pensamiento de conservadores, liberales y materialistas porque trae consigo un voluminoso cofre de alternativas y posibilidades jamás antes soñadas por la mente humana, sin desconocer la visión de genios como Leonardo Da Vinci en el Renacimiento, Albert Eistein en la modernidad y hoy, ilustres sabios, muchos de ellos sin nombre, trabajando, por ejemplo, en el universo ilimitado de Internet y ramas contiguas.
Desde la Revolución Francesa a fines del Siglo XVII, a las dos guerras mundiales en el Siglo XX, el desarrollo del conocimiento fue, si se quiere, a pequeños saltos. Basta leer las crónicas y escritos de los conductores de la Segunda Guerra Mundial, cuyas armas, con excepción de la bomba atómica y gases químicos, fueron convencionales.
La Revolución tecnológica acabó con los estados mayores reunidos frente a un mapa, trazando estrategias y golpes de poder. Acabó con las armas convencionales y en su lugar, vigilan los satélites, las armas teledirigidas y los comandos casi invisibles, por los uniformes que superan a los animales de camuflaje natural.
Todo viene del cielo, hábitat de los satélites manejados desde lugares terrestres sin ubicación fija. Nada escapa, ni la sombra ni el calor humano, a estos ojos múltiples que atraviesan las aguas de los océanos, las recónditas selvas, las inexpugnables montañas, la oscuridad de la noche y el espesor de las viejas paredes.
En el escenario de las ideologías es donde la Revolución tecnológica del Siglo XXI aplasta las ideas, pone en duda filosofías y destruye particularmente a ideólogos e ideologías. Un clásico del marxismo-leninismo había pronosticado que “el imperialismo es la última etapa del capitalismo” poco después que la Revolución de Octubre triunfara en la Rusia de los zares. Así lo creyeron en su tiempo.
Sin embargo, la Revolución tecnológica moderna derriba aquel concepto con el peso convincente de su poderosa influencia en países, pueblos y personas que tienen acceso a cualquier artefacto conectado vía Internet y, por lo tanto, al universo social.
La ideología viva es el contenido de los grandes adelantos científicos y de la imponente información que circula en las redes sociales de Internet. Millones de usuarios (oídos, ojos y manos) militan apasionadamente en las filas y van cambiando, segundo a segundo, su forma de pensar y de ser. Están desarraigados del ayer y su pensamiento futuro estará marcado por esta tecnología.
¿Qué ideología, en tan poco tiempo y espacio, tuvo tantos fieles seguidores, adoctrinados por la maravilla del Internet? Millones de seres humanos que no tienen carnet de partido, miran de diferente manera el mundo, el universo y hasta a nosotros mismo.
La libertad de pensamiento, el derecho a conocer más, son materias de esta novedosa ideología. Por ello, para ciertos gobiernos, el Internet es inconcebible. Empero, el tiempo está del lado de la libertad individual que vuela en alas de las redes sociales y aplaude el avance tecnológico.
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