Brillando por su ausencia los agentes uniformados de la Dirección Nacional de Tránsito, en avenidas, calles y plazas, nadie sabe dónde cumplen su labor. Esta ausencia es tan notoria que en frente de sus oficinas, situadas en la avenida Mariscal Santa Cruz, toda clase de vehículos se estacionan a vista y paciencia de quienes no cumplen sus deberes. Deja perplejo que el flujo a paso de tortuga del servicio público se dificulte tanto en La Paz como en ninguna otra urbe.
Tampoco a una cuadra de Tránsito, en la esquina Yanacocha y Mercado, hay algún varita (como los llama la gente), lugar en el cual los pasajeros de minibuses, colectivos, etc., ponen a prueba sus nervios hasta por 20 minutos sin que la movilidad que abordan pueda cruzar dicho paso, mientras el rojo y verde del semáforo cambia sucesivamente por docenas de veces. Lo propio sucede en las siguientes esquinas (Potosí, Comercio, Ingavi, etc.).
O los comandantes de la Dirección de Tránsito no circulan por la vía pública o prefieren no tomar medidas que sus subalternos ni las tomen en cuenta. Está a la vista que el flujo normal sufre los peores contrastes porque a partir de las 6 de tarde los conductores gozan de piedra libre para detener sus motorizados en las vías de mayor circulación, tal cosa sucede por ejemplo en la calle Genaro Sanjinés de modo que sólo queda una vía de circulación con desesperante lentitud.
Ni qué decir que desde la misma hora vespertina la avenida 6 de Agosto es parqueo abierto en todo su largo y tampoco se ve ningún agente de Tránsito. Resulta milagroso que en semejante extensión no se lamente a diario accidentes y choques de los cuales ni se enterarían los jerarcas del ramo. Si el Código de Tránsito o alguna disposición han fijado en general el parqueo libre desde las 18.00, es tiempo para que las autoridades responsables se iluminen y dispongan que dicha liberalidad rija solamente desde las 22.30, bajo sanciones pecuniarias a los infractores.
Desde hace algunos años y a toda hora, son decenas de vagonetas lujosas y aparatosas que se estacionan sobre la calzada de la calle Ayacucho, muchas de propiedad de la Vicepresidencia y poco más arriba las del Ministerio de Culturas y de la Gobernación, obstáculo de circulación que antes del 2006 no se presentaba. Obviamente, es similar la situación en Yanacocha entre Mercado y Potosí con los vehículos del Ministerio de Trabajo, precisamente en el paso más dificultoso de la ciudad. Por consideración con la gente esas reparticiones podrían disponer algún espacio para acomodar su numeroso parque automotor. De lo contrario, varias oficinas públicas deberían ubicarse en zonas fuera del centro para dar alivio a peatones y usuarios.
La pregunta obligada es ¿dónde entonces se encuentran los “agentes de parada” uniformados? Todo indica que se sitúan donde quieran, no es misterio que lo hacen en lugares “estratégicos” y fáciles para hacer de las suyas y bajo pretexto de cualquier “infracción” poder llevarse algún dinero extra, desguarneciendo los lugares de mayor conflicto.
Parece que la novedosa Guardia Municipal de Tránsito duró tanto como una salva de petardos, pues no ha dejado rastro por ninguna parte. Los ciudadanos sólo la conocieron cuando en frente de San Francisco peleaban con sus rivales de Tránsito, más que controlar el tráfico de vehículos. Desde entonces desapareció tan novedoso como efímero contingente.
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