Primer parte
Por: José E. Pradel B.
Desde el nacimiento de Bolivia en 1825, hasta el inicio de la denominada Guerra del Pacífico en 1879, considerables historiadores y geógrafos de diversas nacionalidades, publicaron obras monumentales dedicadas al estudio y difusión de la historia, geografía y datos científicos de Bolivia, los mismos además, describen valiosa información del litoral boliviano.
Uno de esos enciclopedistas fue Baldomero Menéndez, que exploró nuestro país en su juventud y entre 1860 a 1861, ya ejerciendo el cargo de catedrático de Geografía e Historia del prestigioso ‘Seminario Científico e Industrial de Vergara’, cursado en España, publicó una serie de manuales geográficos e históricos no solo de Bolivia, sino también de Chile y el Perú. Titulados: “Manual de Historia y Cronología de Chile”, “Manual de Geografía y Estadística del Perú” y por último “Manual de Geografía y Estadística del Alto Perú o Bolivia”.
Sin embargo, en esta ocasión presentamos y describimos el último manual citado. Para entender de mejor manera, sobre esta obra, es necesario mencionar que según el citado autor: “La República de Bolivia… después de la victoria de Ayacucho, es uno de los Estados más notables, por muchos conceptos de la América del Sur. Sus recuerdos históricos, su fama universal como centro de grandes tesoros minerales, la riqueza y variedad de sus productos, la inteligencia y actividad de sus habitantes, que llevan en estas cualidades mucha ventaja á los restantes del Nuevo Mundo, y el provenir que le aguarda, cuando apagadas las pasiones políticas que le tienen en continua intranquilidad, sacrifiquen sus hombres influyentes en aras del bien público las diferencias y las rivalidades de bandería, siempre mezquinas para de pensar más que en la prosperidad y en el engrandecimiento de su patria, la hacen digna de ser estudiada y la preparan un puesto importante entre las naciones americanas” 1. Esta reflexión sobre nuestro país, demuestra un sincero interés por difundir su historia, geografía y su estadística.
En la primera parte de dicho Manual, el autor detalla una corta reseña histórica de Bolivia, desde la época prehispánica hasta el gobierno del Gral. Manuel Isidoro Belzu (1848 - 1855). Sin embargo, sobre la época fundacional de Bolivia, describe que el Libertador Simón Bolívar: “promovió una reunión de los habitantes más influentes en las provincias ó antiguas intendencias de La Paz, Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra, y reunidos estos en la ciudad de Potosí declararon el 6 de agosto de 1825, incluso el desierto de Atacama, formarían en adelante un Estado independiente con el nombre de República de Bolivia” 2. Esta referencia es uno de los cuantiosos testimonios que aclaran que nuestro país nació en 1825, con una salida al Océano Pacífico.
Por otro lado, sobre los límites geográficos, puntualiza Menéndez: “la República de Bolivia ó el Alto Perú, que forma parte de la América meridional, se halla situado entre los 9° 30’ y los 25° 40’ de latitud S. y entre los 53°4’ y los 67°2’ de longitud occidental, tomando por primer meridiano el que pasa por el observatorio astronómico de Madrid, al cual referiremos todas las longitudes de que nos hagamos cargo en esta obra… (delimita, J. P.) con la república de Chile (provincia de Copiapó ó de Atacama), separándola…el río Salado, y al O. con el grande Océano meridional y ecuatorial y con la república del Perú (departamento de Moquehua), de la cual la separa la cadena occidental de los Andes” 3.
Debemos tener en cuenta que según Baldomero Menéndez, para 1858, nuestro país se dividía políticamente en siete departamentos y dos provincias independientes de estos, además subdivididos los primeros en veintiséis provincias que unidas a las dos anteriores, formaban veintiocho, subdivididas al mismo tiempo en doscientos sesenta cantones. Se refería a una de esas provincias independientes a la provincia de Atacama, que mediante el “Decreto Supremo del 1° de julio de 1829, el Mariscal Andrés de Santa Cruz, convirtió Atacama en una Provincia independiente con un gobernador que respondía directamen-te al Presidente” 4.
Sobre el desierto de Atacama, el autor, comentó: “inmensa y estéril soledad que ocupa una extensión superficial de tres mil quinientas leguas geográficas cuadradas” 5. Además, so-bre los cabos y montículos más notables de la costa, señaló: “Algunos de los ramales, que, arrancando de la cordillera principal de los Andes situada entre el nudo de Porco y el Descabezado, se dirigen á la costa á través del gran desierto de Atacama, forman al perderse en las aguas del Grande Océano meridional varios cabos y puntas, pertenecientes en su totalidad á la provincia litoral de Cobija ó Lamar, y algunos de los cuales tienen bastante importancia hidrográfica, y la tendrían mayor aun á no hallarse situados á la extremidad de un territorio tan árido y despoblado. Entre unos y otras merecen especial mención, reco-rriendo la costa N. á S. los cinco siguientes: Punta de Tames, poco saliente y pronunciada, situada unas cuatro leguas al S. del puerto de Cobija ó Lamar. El morro ó cabo de Megi-llones, que avanza cuatro leguas próximamen-te en el Océano, á manera de una pequeña península, en la dirección de S. S. E. á N. N. O. y que se halla situado catorce leguas, con corta diferencia, al S. S. O. del anterior, teniendo en cuenta las sinuosidades de la costa que no son por cierto muy notables, si se exceptúan las inmediaciones del Cabo. El morro ó Cabo Moreno, bastante considerable, tanto por su anchura como por lo que penetra en el mar, y que se halla situado siete leguas próximamente al S. del anterior. El morro ó cabo Jorge, que avanza como el de Megillones en forma de pequeña península en la dirección de N. E. á S. O. mas dos leguas y que se halla situado unas siete próximamente al S. de la extremidad al S. de la extremidad meridional del anterior. La punta de Chancaca, poco saliente, situada unas veinte leguas más al S. Y al cabo Bahía, ó punto N. de la bahía de Nuestra Señora, como generalmente le denominan los marinos, que se interna bastante en el mar, disminuyendo rápidamente de anchura y que se halla situado veinte leguas S. S. E. del anterior y nueve próximamente al N. del puerto chileno de Betas, ó de la desembocadura del río Salado. Hay en las inmediaciones de las costas de Bolivia algunos cerros que se divisan del mar, á distancia más ó menos larga, y que sirven de guía á los marinos para reconocer y acercarse al litoral, entre los cuales los más notables son los Altos de Cobija, situados siete leguas próximamente al N. N. E. del cabo ó morro de Megillones. En toda la extensión de estas cos-tas no se halla isla alguna, y entre los varios islotes, situados muy cerca de tierra por regla general, el único notable es el denominado Blanco, que se halla ocho leguas al N. N. E. del cabo Bahía” 6. Sin duda, este documento es muy valioso por que describe información geográfica precisa de la costa boliviana, que fue: rocosa, árida, poco poblada y cortada frecuentemente por acantilados.
Por otro lado, sobre la hidro-grafía marítima de Bolivia, el autor dedica un capítulo amplio, a un aspecto poco conocido por la historiografía de la época: “La extensión de las costas de Bolivia, como hemos dicho ya en el capitulo primero, es de noventa y cinco leguas, conta-das desde las desembocadura del Loa, situada a los 21° 40’ de latitud meridional en las fron-teras del Perú, hasta el puerto de Betas ó la desembocadura del río Salado, situado á los 25° 37’ de latitud en los límites de Chile. Al apreciar esta exten-sión hemos tenido en cuenta las situaciones del litoral con la aproximación posible, puesto que en línea recta no media entre aquellos dos límites más que una distancia de setenta y nueve leguas.
Por lo general, estas costas, bañadas por el Grande Océano equinoccial y meridional, son bajas ó cuando mas mediana altura, como que sirven de límite al desierto de Atacama, y si-guen con corta diferencia la dirección N. S., si bien inclinándose al O. 40’ ó trece leguas geo-gráficas y una milla, puesto que su límite setentrional se halla 66° 22’ al O. del meridio-nal de Madrid, y el cabo Bahía, ó punta N. de la bahía de Nuestra Señora, como algunos marinos le llaman, situado quince leguas al N. de su extremidad meridional, cuenta 67° 2’ de longitud O., diferencia insignificante que ape-nas altera la dirección general, y más si se tiene en cuenta que este avance se efectúa en una extensión de ochenta leguas.
En la dirección particular de cada una de las cuatro secciones en que los morros de Megillo-nes y Jorge y el cabo que acabamos de indicar dividen la costa no se advierten tampoco cambios de dirección notables, si se exceptúan las comprendidas entre aquellos dos morros y sus inmediaciones.
Desde la desembocadura del Loa hasta el morro de Megillones, distantes entre sí treinta leguas próximamente, el avance es gradual, casi insensible y de 9’ ó tres leguas geográficas solamente hasta la altura del morro en que forma la costa un avance brusco de E. á O., proyectando un arco algo mas cóncavo que un semicírculo, y cuyas extremidades, que tienen próximamente una misma latitud, distan entre sí tres leguas escasas y forman los limites de una buena bahía.
Desde el morro de Megillones hasta el de Jorge, distantes entre sí catorce leguas, la cos-ta es muy accidentada, formando dos curvas bastantes entrantes, una al N. y otra al S. del morro Moreno, que se halla próximamente en la mitad de esta sección, y avanza el litoral hacia el 0.7º ó dos leguas y una milla.
Desde el morro de Jorge hasta el cabo Bahía, distantes entre sí treinta y seis leguas, hace la costa al S. del primero un avance brusco hacia el E. de 9’ ó tres leguas geográficas y casi en línea recta; forma luego una ligera curva en-trante, cuya cuerda tiene con corta diferencia doce leguas, avanzando hácia el O. en su extre-midad meridional hasta acercarse al meridia-no del morro, y desde este punto hasta las inmediaciones del cabo, en que avanza brusca-mente cuatro leguas hácia el O., sigue con cortísima diferencia la dirección N. S.
Desde cabo Bahía hasta la desembocadura del río Salado, distante entre sí quince leguas, forma la costa una curva entrante muy pronun-ciada cuyo fondo se halla cuatro leguas mas al oriente que el cabo, y cuya cuerda tiene algo más de trece leguas, sin que en las dos restan-tes hasta el puerto de Betas se note accidente alguno notable que altere su dirección N. S… Entre los pocos é insignificantes accidentes que alteran la línea general de estas costas se cuentan corriendo de N. á S. El puerto de Cobija ó Lamar, situado próximamente á la mitad de la distancia que media entre la desem-bocadura del Loa y el morro de Megillones, con fondo para toda clase de buques, abierto á los vientos desde el O. al E. por el N., algún tanto abrigado de los restantes y en particular del S., que es allí bastante frecuente y el que levanta mas marejada, con mucha resaca á causa de los peñascos que obstruyen la playa y sin más agua potable que un manantial bastan-te salobre situado á media legua de distancia de la ciudad. Este puerto, el único que tiene la república de Bolivia, ha tomado bastante im-portancia en los veinte últimos años por ha-bérsele declarado puerto franco para toda clase de mercancías extranjeras y por la mar-cada protección que el gobierno le dispensa, y la adquiriría mucho mayor si se abriesen en él un número regular de pozos artesianos, único medio de suplir la falta de agua que es el mayor y el más importante de sus defectos, y si se uniese á la ciudad de Potosí ó á otra del interior por medio de un camino de hierro que aminorase la travesía del desierto. La bahía de Megillones, situada al N. y al abrigo del morro de este nombre que la protege enteramente contra el furor de los vientos del Mediodía, es bastante capaz, de tres leguas de ancho por otro tanto próximamente de largo, con fondo limpio que va aumentando desde diez á quince brazas, siendo por lo mismo un buen punto de arribadas, en particular cuando corren tempo-rales del S. La bahía de la Herradura, situada al N. y al abrigo del morro Moreno, ofrece, aunque de corta extensión, un regular tenedero á los buques que navegando de S. con tiempos duros no pueden alcanzar la de Megillones, de la cual dista seis leguas próximamente. La Bahía de Nuestra Señora, situada al S. de la punta del mismo nombre, llamada también, como hemos dicho ya, cabo Bahía, se halla algún tanto amparada por este de los vientos del 4° cuadrante, es muy abierta y desabrigada de los sures que son allí los vientos más fre-cuentes y peligrosos, y más bien que de bahía tiene todas las circunstancias de una rada de grande extensión. El resto de las costas de Bolivia no ofrece ningún otro accidente, puesto que el puerto de Betas, situado á la desembo-cadura del río Salado, pertenece á la república de Chile” 7. Como ya vimos Baldomero Me-néndez, describe en el citado capítulo de una manera sencilla y clara las principales pobla-ciones bolivianas, establecidas en la costa.
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