Se ha dicho con mucho acierto que toda persona en su función de periodista difunde/comunica -democráticamente- el bien común, inherente a los asuntos de Estado, soberanía, forma de gobierno, orden constitucional. Toca muchos ámbitos del diario vivir, desde la paz social, relaciones económicas y mercantiles, producción, trabajo, salario, costo de la vida, salud, educación, vivienda y seguridad jurídica con objetividad/veracidad. Y ello que, básicamente, hacen -algunos- periodistas de medios denominados independientes. Ello ahora que a este periodismo independiente no se le permite un trabajo libre. Se dice, por temor -¿a qué?, ¿acaso el MAS no tiene más del 60 % de preferencia del electorado?- que limita el trabajo de -alguna- prensa que paradójicamente tonifica al Poder oficial.
En un despiste -ideológico- varios adláteres del actual inquilino de Palacio quemado no admiten -con claridad- en su vocabulario la “verdad”. Louis Althouser explica que un país o persona siempre es “presa” de ello. Ahora, cuando se habla de medios “para estatales”, no es una novedad. El ciudadano con sentido común se percató y percata que ATB, PAT, Ful TV, La Razón, El Cambio, Gigavisión, BTV, Abya Yala y las Radios “Patria nuevas”, etc., son medios oficialistas que no escatiman esfuerzo en favorecer/explicar, incluso lo inexplicable de entuertos a veces “confusos”. Pero Raúl Peñaranda es defenestrado cuando presenta su libro que explica la “función” de estos medios paraestatales. En una supina ignorancia o un “capricho” propio de soberbios que tienen poco de políticos, es satanizado; ¿acaso el entuerto, en el caso de ATB, entre Jimmy Iturri y Grimal fue un Show? ¿Acaso la Sra. Benavente, en el caso de La Razón, disimula su línea política? ¿Acaso el Director Arias, en el caso de Gigavisión, no fue constituyente del MAS? Un simple análisis de contenido puede corroborar el carácter y línea política de estos medios.
Entonces, decir que el objeto de éstos es “regular/reducir” el impacto de temas -poco transparentes- que “desnudan/denuncian” entuertos que no favorecen el bien común, el vivir bien; decir que generan una opinión pública -que confunde- a favor del gobierno del MAS; decir que generan “criterios” en contra de la oposición, es un estilo informal de desprestigiar a la oposición. Todo esto es evidencia que todo mundo se percata. Que estos “medios”, maximizan y promueven una opinión/tendencia para favorecer, enaltecer al Presidente como candidato oficial es también evidente, es decir, para ello refuerzan una línea mediática que “desprestigia” a -débiles- líderes opositores. En consecuencia, este “berrinche” oficial es una “vergüenza” en políticos que se creía eran diferentes.
El colmo llega cuando -“No hay nada más triste que la ignorancia en acción”, decía Goethe- la Sra. Ministra de Comunicación del MAS, Amanda Dávila, y por ello hay que ser piadosos, haciendo gala de su xenofobia (léase, repugnancia y hostilidad hacia lo extranjero) le recuerda al periodista Raúl Peñaranda su nacimiento en Santiago -de Chile- con una intención claramente xenófoba/racista/discriminadora de ser “chileno”. Su profundo desconocimiento de la nueva/actual Constitución Política del Estado es real, pues en el Artículo 141.I dice: “Son bolivianas y bolivianos (…) las personas nacidas en el extranjero, de madre boliviana o de padre boliviano”. En consecuencia, la xenofobia cae en saco roto, como desde hace mucho están decayendo las promesas del cambio, lo que deteriora al Presidente/candidato Evo Morales.
El autor es Director del Centro de Investigación, Servicios Educativos y de Comunicación (CISEC).
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