Marcelo Arduz Ruiz
Desde la quebrada que en lo más íntimo de las tradiciones nos hermana con Argentina, el investigador Toqo Zuleta, tras subir durante más de 30 años en ocho horas al cerro de la Virgen conocida popularmente de Cuchillaco, hermanada con las vecinas de Tumbaya y Tilcara a través de promesas, recuerdos y ecos de multitudinarias procesiones que a lo largo de los años afianzan tanto el ancestro como la fe, nos hace llegar un reportaje difundido por el diario provincial “El Tribuno”, bajo el epígrafe de “Tres reflejos de la Virgen en la Quebrada”:
(“Un Domingo de Ramos que entré al mundo, ya lejos para siempre de Belén” -César Vallejo).
…“Ya lejos para siempre de Belén”, el Domingo de Ramos baja la Mamita de Punta Corral a Tumbaya; y cantidad de carpas se alzan azules a la vera de la ruta con humo de cocinas pero también con mercancías que hacen a eso de feria que, desde raíz española conservan las fiestas religiosas. Miles de personas cumplen sus promesas y los años yapan recuerdos a los recuerdos.
A comienzos de la década del setenta se dividieron las procesiones que hoy bajan a Tumbaya el domingo y a Tilcara el miércoles. Tal vez lo convulsionado de los recuerdos de una década que terminó mal, haga pensar que la separación también fue convulsionada, y acaso lo haya sido, pero quisiera detenerme en ese reflejo de imágenes de María que, desde Tumbaya a Humahuaca, van componiendo una suerte de rosario pascual.
Un vecino memorioso dijo que los esclavos de la Virgen de Punta Corral vivían allí donde las casas de Tilcara se confundían con las chacras. Nombrar la calle de las chicherías tal vez no diga nada de esos tiempos, pero nos interesa saber que no heredó el hijo sino el sobrino que terminó por llevar la imagen a Tumbaya, donde casi un siglo y medio antes don Pablo Méndez llevó la piedra milagrosa que se le apareció en el Cerro.
Las causas visibles habrán sido las que hayan sido, lo cierto es que la Virgencita que guarda la piedra aparecida en tiempos de Rosas y de la guerra contra la Confederación Peruano Boliviana, fue repicada para la procesión tilcareña por el artista Edmundo Villarreal.
Así la historia proyectó un primer reflejo de la imagen. La Mamita se duplicaba con extraños modos que tienen los milagros para materializarse, pero dos décadas antes una mujer solía visitarla cada Semana Santa hasta que la vejez lo impidió. Doña Josefa Flores de Puca vivía en Cuchillaco, y hablamos de los años cincuenta…
Dionisia y Guillermo Torres, esclavos entonces de la Virgen, le regalaron una estampita que ella lleva a su comunidad, a una veintena de kilómetros al oeste de la ciudad de Humahuaca. Allí vivió doña Hipólita Puca, a quien se le presentó un peregrino al que dio de comer. Como pago, el hombre le ofrece hacer una imagen basada en la estampita, imagen que dicen parecía ser de piedra.
Cuando Hipólita la ve, corre a agradecerle con un pago que cree excesivo por la comida pero ya no está por ningún lado el imaginero que se había presentado con el nombre de Dionisio. Así, la imagen que guarda la piedra hallada por don Pablo Méndez refleja la tercera réplica, bajando a la ciudad de Humahuaca una semana después de la Semana Santa.
Alguna vez Eva Ramos me dijo que soñaba con ver a las tres imágenes hermanas juntas en una procesión. Las tres Hermanitas alzadas al frente de los sikuris y los promesantes es la imagen que me queda cuando pienso en este rosario mariano que se repite como un eco por la Quebrada de Humahuaca, repitiendo así a aquella doncella hebrea en quien naciera Cristo”.
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