Managua.- Los servicio de autobuses y taxis funcionaban ayer de manera irregular, muchos negocios permanecen cerrados y hay poca afluencia de personas en las calles de la capital nicaragüense, que vive una tensa calma tras la alerta roja declarada en el país por la posibilidad de un gran sismo.
Miles de habitantes de las distintas ciudades del país se han desplazado hacia los balnearios en busca de refugio, en una semana en la que los empleados públicos no trabajan, informó Efe.
El Gobierno decretó el lunes una “alerta roja nacional extrema” ante el temor de que ocurra un gran sismo, después de que tres sismos de magnitudes 6,2, 6,7 y 5,6 en la escala abierta de Richter dejaron dos muertos, decenas de heridos, más 2.300 viviendas dañadas y cientos de damnificados desde el pasado jueves.
Se trata de la más fuerte actividad sísmica registrada en el país desde el devastador terremoto de 1972, que costó la vida a unas 10.000 personas.
Contingentes de la policía de tránsito han sido desplegados en las carreteras del interior del país y que conducen hacia los balnearios, a donde han viajado miles de nicaragüenses para refugiarse ante cualquier eventualidad sísmica, principalmente en Managua, según reportes de las emisoras de radio y televisión local.
Esta semana los empleados públicos nicaragüenses gozan de una semana de asueto por la Semana Santa y el sector privado tiene libres el jueves y viernes, además del fin de semana.
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