Bolivia al haber elevado, en abril del pasado año, la demanda marítima a instancias del alto tribunal de la Organización de Naciones Unidas (ONU), exigiendo a Chile la restitución de su soberanía sobre el Pacífico, ha marcado un hito en la región.
A raíz de ello Bolivia está en la cresta de la opinión pública internacional. En consecuencia hoy el mundo sabe que Chile es el causante del encierro geográfico boliviano y que debería hacer conciencia de ese hecho para reponer la salida al mar a favor del país.
Bolivia interpuso la demanda con la seguridad de que su verdad, transparente, objetiva y contundente, culminará imponiéndose sobre la falacia que pretende perpetuar la usurpación del Litoral boliviano, ocurrida en el fatídico año 1879, actitud que fue repudiada por la comunidad internacional.
Demanda que se entiende también como una respuesta a los circunloquios de origen chileno en relación con la reivindicación marítima boliviana.
Tal demanda ha sacado de quicio a los gobernantes del país vecino y prueba de ello es que tanto el señor Sebastián Piñera como la señora Michelle Bachelet expresaron, con diferentes reacciones, su rechazo al emprendimiento legal boliviano. Empero el dignatario de Bolivia reiteró que no se desistirá de ese propósito hasta lograr el supremo objetivo de una salida libre, útil y soberana, al mar, para Bolivia. “No se va a levantar la demanda”, señaló categóricamente la autoridad, en Cochabamba – Bolivia, en fecha 13 de marzo del año en curso, según registra la prensa nacional.
Y con la presentación del alegato respectivo Bolivia ratifica, de cara a la historia y los hombres, dicho accionar. En este marco nos toca caminar a los bolivianos, y a las bolivianas, confiados en la ecuanimidad, equidad e imparcialidad de la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya. Nuestro futuro, en esta cuestión, depende mucho de la decisión que asumirá aquélla, dentro de dos o cuatro años.
Debemos propender, asimismo, a que el optimismo sea nuestro principal aliado, en este proceso instaurado en contra de Chile, con miras a lograr, ahora más que nunca, la reinserción de Bolivia entre los países con cualidad marítima, en esta parte de Latinoamérica y del mundo.
El agresor del Siglo XIX intenta hoy asumir una señal de amistad y reconciliación, en consonancia, empero, con sus intereses. En efecto, nos ha ofrecido diálogo, pero sin la inclusión del tema marítimo, aspecto que suena como una invitación a un evento de carácter distraccionista y dilatorio. Pero Chile no nos sorprenderá de nuevo, porque conocemos, y bastante, sus intenciones inclinadas a perjudicarnos.
En suma: los bolivianos de oriente y occidente debemos despojarnos de todo sentimiento pesimista y avanzar, en unidad, con la decisión de recuperar lo nuestro, mediante una acción legal y pacífica.
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