El título completo es “no matar a la gallina de los huevos de oro”, el viejo refrán que nos enseña que hay necesidad de cuidar el patrimonio, para tener que comer en el futuro.
Lamentablemente en lo que hace a la producción agropecuaria, hay la tendencia permanente de matar a la gallina de los huevos de oro. Parecería ser que la presencia de dos ministerios, uno el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y otro el de Desarrollo Productivo, tienen inclinaciones distintas en cuanto a cómo fortalecer el aparato productivo.
Es ampliamente conocido el tremendo daño que han causado las inundaciones, particularmente en el departamento Beni y las provincias del norte de La Paz. La pérdida de cabezas de ganado en el Beni se la ha estimado en alrededor de 300.000 unidades, lo cual se muestra en el impacto en la provisión de carne vacuna, la cual, por supuesto, tiene que subir de precio. Los productores tienen que compensarse parcialmente, mediante esta vía, por esta terrible pérdida, pero empiezan los ataques contra los del sector, acusándolos de especuladores y de atentar contra el pueblo consumidor.
Otra medida ha sido suspender los permisos de exportación que deberían servir para cumplir los compromisos anticipados que normalmente se dan en el comercio internacional. De exportarse, seguramente, los precios son un tanto mayores y podrían ayudar a los productores a compensar sus pérdidas, pero NO, hay que garantizar el abastecimiento interno a expensas del aparato productivo que, de esta manera, sufre un doble impacto: pérdidas físicas y pérdidas económicas al no poder atender a sus clientes con mayor capacidad de pago.
Es como si el Ministerio de Comercio, o de quien sea la competencia institucional, tratara de establecer precios uniformes en los sitios de venta de comida. Por informaciones de prensa reciente, hay un verdadero “boom” de restaurantes de distinta calidad y precio, desde los más refinados como Gustu, Madame Ulupica, Jardín de Asia, comida japonesa y varios otros, hasta algo que me impactó hace poco, una foto de una vendedora de comida en El Alto, que ofrece sopa de fideo a Bs. 2 el plato. Esto es, hay precios para los diferentes tipos de bolsillo.
¿Por qué hay esta tremenda diversidad? Porque hay distintos tipos de consumidores, entre otros miles, alrededor de 500.000 turistas que, como se ha informado recientemente, gastan un promedio diario de entre US$ 120 y 230 porque tienen diferente capacidad de pago y gustos. ¿Vamos a castigar a los productores nacionales para que estos consumidores de comida tengan carne barata?
Para concluir esta nota. Como escribí hace poco, la masa de ganadería bovina del país es de 8.700.000 cabezas, de las cuales un 35% corresponde al Beni, esto significa que tenemos aún un stock importante de ganado bovino; a ello hay que añadir que hay otras fuentes de carne: llama, ovejas, cerdos, conejos y pollos. Al 2013 el stock de ovinos era de aproximadamente 9 millones de cabezas, porcinos 3 millones, llamas 2,8 millones y cabras 2,4 millones. El plantel anual de pollos parrilleros bordea los 80 millones de cabezas.
Mientras el Beni se reponga, la gente puede comer sustitutos, entonces no hay por qué matar a la gallina de los huevos de oro. El Ministerio de Desarrollo Rural debe pelear porque su sector no sea afectado por otro Ministerio que tiene un enfoque distinto sobre el problema.
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